(Por Gloria H.).- Sí, es el interrogante de actualidad entre las mujeres. Más de una esposa se pregunta por el comportamiento ‘raro’ de su marido al percibir, ahora, que el hecho de que él se haya casado no es ‘garantía’ de una conducta heterosexual. Los hombres y las mujeres están cambiando y la cultura permite preguntas sobre la sexualidad de manera más directa. Los modelos de comportamiento ‘se quebraron’ y existe la libertad –y el permiso- de asumir actitudes flexibles donde cada uno y cada una, antes que cumplir con estereotipos, pueda permitirse sentirse bien consigo mismo (a). Así la cultura patriarcal censure la libertad y el respeto por la diferencia.
Al grano. ¿Por qué hoy se ‘duda’ del comportamiento heterosexual de algunos hombres? ¿Qué es un comportamiento ‘raro’ en un hombre? Esta es una sociedad de doble moral y al perseguir en forma tan demoledora al homosexualismo –que no es invento del Siglo XXI y que ha existido desde siempre- lo único que hizo fue obligar a los homosexuales a buscar –y encontrar- caminos de sobrevivencia. El matrimonio ha sido, por lo tanto, el escudo más apetecido, deseado y potente para esconder el comportamiento homosexual que la cultura tanto censuró. Ahora con más facilidad para quitarse las caretas, los hechos van tomando otro rumbo. Los homosexuales –o los bisexuales- tienen más libertad de movimiento, de expresión y de realización. Y como las mujeres –afortunadamente- ya se atreven, hablan y preguntan, surgen interrogantes sobre los comportamientos sexuales que no satisfacen o que no se entienden. Sin olvidar que los estereotipos producen interpretaciones equivocadas: en la lucha por esconder lo vergonzoso (conducta homosexual) lo que se consiguió fue multiplicar el machismo –dizque exceso de hombría- para tapar precisamente lo contrario. No hay que olvidar que detrás de un machista se esconde un ‘sospechoso’ homosexual.
¡Esta es una sociedad de doble moral! Una cultura que hace gala de su ‘hombría’ tapando el enorme temor que tiene de aceptar la fragilidad, las emociones, las intuiciones, la dependencia, el afecto, el miedo, la debilidad, la ternura. Pero ni hombres ni mujeres pueden vivir sin esas características calificadas como femeninas. El varón, el macho, jugó a ‘arrancarlas’ de su vida, prohibiéndoselas, burlándose de ellas y criticándolas en quienes las asumieran (de allí su gran repulsión al homosexualismo) tratando en forma mágica de borrar afuera lo que no pudo digerir adentro. Tiempo perdido. Afortunadamente, hoy por hoy se destapan comportamientos, se derrumban los mitos y se intenta vivir como se es.
Lo anterior no significa que no existan lesbianas en igualdad de condiciones que los homosexuales. En definitiva, cuando la sociedad patriarcal definió en forma tan radical y precisa los comportamientos sexuales, lo único que consiguió fue la polarización de los mismos, escondiendo en la actitud extrema aquello que tanto se teme. De paso, cercenando a un ser humano integral. Y no es que existan más homosexuales que antes. La franqueza de comportamientos derrumba mitos, abre interrogantes y obliga a replantear criterios que pueden sonar muy escandalosos, pero que no disminuyen con represiones. La cultura tendrá que ir aceptando que somos hijos e hijas de hombre y mujer y que quedan muchas actitudes por comprender y aceptar. El tema, de suma importancia, puede producir ampolla porque toca con creencias y mitos que de sólo nombrarlos ya asustan. Pero está sobre el tapete, forma parte de lo cotidiano y vale la pena empezar a digerirlo.
(Fuente: elpais.com.co)
Al grano. ¿Por qué hoy se ‘duda’ del comportamiento heterosexual de algunos hombres? ¿Qué es un comportamiento ‘raro’ en un hombre? Esta es una sociedad de doble moral y al perseguir en forma tan demoledora al homosexualismo –que no es invento del Siglo XXI y que ha existido desde siempre- lo único que hizo fue obligar a los homosexuales a buscar –y encontrar- caminos de sobrevivencia. El matrimonio ha sido, por lo tanto, el escudo más apetecido, deseado y potente para esconder el comportamiento homosexual que la cultura tanto censuró. Ahora con más facilidad para quitarse las caretas, los hechos van tomando otro rumbo. Los homosexuales –o los bisexuales- tienen más libertad de movimiento, de expresión y de realización. Y como las mujeres –afortunadamente- ya se atreven, hablan y preguntan, surgen interrogantes sobre los comportamientos sexuales que no satisfacen o que no se entienden. Sin olvidar que los estereotipos producen interpretaciones equivocadas: en la lucha por esconder lo vergonzoso (conducta homosexual) lo que se consiguió fue multiplicar el machismo –dizque exceso de hombría- para tapar precisamente lo contrario. No hay que olvidar que detrás de un machista se esconde un ‘sospechoso’ homosexual.
¡Esta es una sociedad de doble moral! Una cultura que hace gala de su ‘hombría’ tapando el enorme temor que tiene de aceptar la fragilidad, las emociones, las intuiciones, la dependencia, el afecto, el miedo, la debilidad, la ternura. Pero ni hombres ni mujeres pueden vivir sin esas características calificadas como femeninas. El varón, el macho, jugó a ‘arrancarlas’ de su vida, prohibiéndoselas, burlándose de ellas y criticándolas en quienes las asumieran (de allí su gran repulsión al homosexualismo) tratando en forma mágica de borrar afuera lo que no pudo digerir adentro. Tiempo perdido. Afortunadamente, hoy por hoy se destapan comportamientos, se derrumban los mitos y se intenta vivir como se es.
Lo anterior no significa que no existan lesbianas en igualdad de condiciones que los homosexuales. En definitiva, cuando la sociedad patriarcal definió en forma tan radical y precisa los comportamientos sexuales, lo único que consiguió fue la polarización de los mismos, escondiendo en la actitud extrema aquello que tanto se teme. De paso, cercenando a un ser humano integral. Y no es que existan más homosexuales que antes. La franqueza de comportamientos derrumba mitos, abre interrogantes y obliga a replantear criterios que pueden sonar muy escandalosos, pero que no disminuyen con represiones. La cultura tendrá que ir aceptando que somos hijos e hijas de hombre y mujer y que quedan muchas actitudes por comprender y aceptar. El tema, de suma importancia, puede producir ampolla porque toca con creencias y mitos que de sólo nombrarlos ya asustan. Pero está sobre el tapete, forma parte de lo cotidiano y vale la pena empezar a digerirlo.
(Fuente: elpais.com.co)
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