(Por Jaime Vieyra-Poseck, Opusgay.cl).- Los sistemas ideológicos y las instituciones fueron creados por personas de carne y hueso que pertenecieron a una época histórica determinada. Y a pesar de que estos sistemas ideológicos e instituciones fueron imaginadas, creadas y plasmadas por personas o grupos concretos, se han transformado en una realidad tan cotidiana para todos que se perciben como algo casi sobrenatural o/y sobrehumano.
La creación de la democracia es una de las invenciones más prodigiosas ocurridas hasta ahora. Y si nos ceñimos a los hechos históricos y somos rigurosos y exhaustivos, podemos afirmar que fue creada por homosexuales. Estos señores de la Grecia Clásica, que fue cuando se creó la democracia como sistema político, eran decidida y felizmente homosexuales, en una etapa histórica donde la homosexualidad estaba institucionalizada y formaba parte de la socialización en el programa educativo de los grandes guerreros y deportistas (que eran los ídolos de la época), de sabios y políticos.
En efecto, el adolescente debía cumplir con una etapa en su formación superior (en lo que hoy llamaríamos un doctorado) en el cual era asesorado por un profesor-sabio que le enseñaba los secretos de la sabiduría en su especialidad; y parte importante de esa formación era ser el amante del profesor-sabio. Así, la formación formal se enraizaba con las relaciones íntimas, que eran sanamente homosexuales.
Sin ningún género de dudas, es de agradecer la creación de la democracia como forma de ordenamiento social, político y cultural. Y, especialmente, a estos señores homosexuales que la crearon. Porque en democracia, la belleza puede florecer, ya que la circulación libre de todas las ideas, ideologías, géneros y orientaciones sexuales, etnias, etc. La creación de un encuentro mestizo y pluricultural, permiten que la belleza se plasme en obras y sistemas de todo tipo de formato. Y todo esto porque la necesaria adhesión del fundamento democrático es el derecho a la libertad individual con todas sus especificidades para enriquecimiento propio y de todos.
En este sentido, podemos afirmar que la democracia en sí, es bella. Toda esta maravilla fue creada por personas homosexuales y bajo un sistema en que esta categoría sexual otorgaba prestigio social. No hay que dejar de mencionar aquí, que el sistema antagónico, la dictadura, (sean de derecha o de izquierda) es paupérrima en ideas, casta y pacata, lúgubre y tétrica, repugnante y asquerosa. En la dictadura la belleza de la tolerancia, y todo tipo de belleza, se convierte automáticamente en subversiva y disidente, porque toda dictadura, donde siempre el delimitadísimo y restrictivo dogma es el paradigma del sistema, es antiestética, grosera y grotesca; la belleza en un sistema totalitario se transforma en revolucionaria por ser trasgresora, irreverente y desenfadada, porque choca frontalmente con la fealdad y opacidad de la dictadura.
No hay que dejar de mencionar aquí, que mientras nacía y florecía la democracia bajo un sistema donde la homosexualidad estaba institucionalizada, había graves asimetrías en cuanto a los derechos civiles, vistos desde una perspectiva actual. Así, pues, las mujeres estaban marginadas del sistema y su rol social sólo tenía relación con su capacidad fecundadora de reproducción de la vida humana; y tenían prácticamente el mismo status social que los/las esclavos/as. Pero el desarrollo de la democracia, y sólo de ésta, ha logrado a través de los siglos ir consolidando los derechos civiles y humanos, cuya cristalización, en cuanto al movimiento de liberación de las mujeres (y casi paralelamente de los homosexuales), comienza a plasmarse desde principios del siglo XX , hasta la actualidad, convirtiéndose en la más grande e importante revolución social y democrática del siglo.
*Licenciado en Ciencias Sociales, con mención en Antropología Social y Ciencias Pedagógicas, Máster en Estudios de Género y Cultura en América Latina; Postítulo en Periodismo Científico (Antropología Social y de Género), por la Universidad de Estocolmo. Su correo electrónico es poseck@hotmail.com.
(Fuente: OpusGay.cl)
La creación de la democracia es una de las invenciones más prodigiosas ocurridas hasta ahora. Y si nos ceñimos a los hechos históricos y somos rigurosos y exhaustivos, podemos afirmar que fue creada por homosexuales. Estos señores de la Grecia Clásica, que fue cuando se creó la democracia como sistema político, eran decidida y felizmente homosexuales, en una etapa histórica donde la homosexualidad estaba institucionalizada y formaba parte de la socialización en el programa educativo de los grandes guerreros y deportistas (que eran los ídolos de la época), de sabios y políticos.
En efecto, el adolescente debía cumplir con una etapa en su formación superior (en lo que hoy llamaríamos un doctorado) en el cual era asesorado por un profesor-sabio que le enseñaba los secretos de la sabiduría en su especialidad; y parte importante de esa formación era ser el amante del profesor-sabio. Así, la formación formal se enraizaba con las relaciones íntimas, que eran sanamente homosexuales.
Sin ningún género de dudas, es de agradecer la creación de la democracia como forma de ordenamiento social, político y cultural. Y, especialmente, a estos señores homosexuales que la crearon. Porque en democracia, la belleza puede florecer, ya que la circulación libre de todas las ideas, ideologías, géneros y orientaciones sexuales, etnias, etc. La creación de un encuentro mestizo y pluricultural, permiten que la belleza se plasme en obras y sistemas de todo tipo de formato. Y todo esto porque la necesaria adhesión del fundamento democrático es el derecho a la libertad individual con todas sus especificidades para enriquecimiento propio y de todos.
En este sentido, podemos afirmar que la democracia en sí, es bella. Toda esta maravilla fue creada por personas homosexuales y bajo un sistema en que esta categoría sexual otorgaba prestigio social. No hay que dejar de mencionar aquí, que el sistema antagónico, la dictadura, (sean de derecha o de izquierda) es paupérrima en ideas, casta y pacata, lúgubre y tétrica, repugnante y asquerosa. En la dictadura la belleza de la tolerancia, y todo tipo de belleza, se convierte automáticamente en subversiva y disidente, porque toda dictadura, donde siempre el delimitadísimo y restrictivo dogma es el paradigma del sistema, es antiestética, grosera y grotesca; la belleza en un sistema totalitario se transforma en revolucionaria por ser trasgresora, irreverente y desenfadada, porque choca frontalmente con la fealdad y opacidad de la dictadura.
No hay que dejar de mencionar aquí, que mientras nacía y florecía la democracia bajo un sistema donde la homosexualidad estaba institucionalizada, había graves asimetrías en cuanto a los derechos civiles, vistos desde una perspectiva actual. Así, pues, las mujeres estaban marginadas del sistema y su rol social sólo tenía relación con su capacidad fecundadora de reproducción de la vida humana; y tenían prácticamente el mismo status social que los/las esclavos/as. Pero el desarrollo de la democracia, y sólo de ésta, ha logrado a través de los siglos ir consolidando los derechos civiles y humanos, cuya cristalización, en cuanto al movimiento de liberación de las mujeres (y casi paralelamente de los homosexuales), comienza a plasmarse desde principios del siglo XX , hasta la actualidad, convirtiéndose en la más grande e importante revolución social y democrática del siglo.
*Licenciado en Ciencias Sociales, con mención en Antropología Social y Ciencias Pedagógicas, Máster en Estudios de Género y Cultura en América Latina; Postítulo en Periodismo Científico (Antropología Social y de Género), por la Universidad de Estocolmo. Su correo electrónico es poseck@hotmail.com.
(Fuente: OpusGay.cl)
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