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14 diciembre 2011

Australia: Eligen a primer alcalde intersexual

Tony Briffa, un candidato intersexual independiente desligado de los principales partidos políticos de Australia, es el primer alcalde intersexual elegido en la ciudad de Hobsons Bay - Melbourne, durante las últimas elecciones municipales llevadas a cabo a finales de noviembre último.


Briffa basó su campaña en un discurso a favor de la diversidad cultural, derechos LGBTI y defensa del medio ambiente.

 “Compartimos la esperanza de Tony de que su elección romperá tabúes asociados con la intersexualidad“

“Tony es un ejemplo maravilloso de como las personas intersexuales pueden superar el devastador e innecesario tratamiento médico aplicado a tantos niños intersexuales y llegar a convertirse en campeones de los derechos humanos y la diversidad cultural para todos“. 

Gina Wilson - Alianza Nacional de Salud LGBTI, Australia

En Australia, desde hace meses las personas intersexuales pueden registrar en sus cédulas de identificación una tercera opción de género adicionales a la femenina y a la masculina.

¿Qué es la intersexualidad? Son personas que nacen con características biológicas y fisiológicas de ambos sexos, por lo cual no pueden ser asignados ni a uno ni a otro género. Antiguamente eran denominados hermafroditas, en la actualidad se ha descartado éste término pues se asigna el mismo a comportamientos comunes que se presentan en especies animales.

Más info:
E-Newspaper
Dos Manzanas

25 agosto 2010

Caster Semenya regresa a la competición atlética luego de un año

Una buena noticia.

JOHANNESBURGO, 25 (EP/Reuters) La atleta sudafricana Caster Semenya, campeona del mundo de 800 metros, ha entrado en la convocatoria de su país para los Juegos de la Commonwealth, que se disputarán del 3 al 14 de octubre en Nueva Delhi (India), a pesar de su falta de ritmo de competición.

La mediofondista sólo ha corrido tres pruebas desde que obtuviera el permiso de la IAAF para hacerlo, ya que estuvo apartada del tartán desde el pasado Mundial de Berlín 2009 y tuvo que someterse a diversos tests de género.

Semenya, de 19 años, ha ganado esas tres carreras aunque su mejor registro (1:59.90), logrado el pasado domingo en Berlín, aún está lejos de los 1:55.45 con los que se colgó el oro mundial en la misma pista hace un año.

El presidente de la Confederación de Deportes de Sudáfrica y el Comité Olímpico (SASCOC), Gideon Sam, reconoció estar "muy contento" por volver a ver a Semenya defendiendo los colores de su país.

"Hemos seguido sus progresos desde que volvió a competir. Es genial saber que va a centrarse en los Juegos de la Commonwealth. El hecho de que esté invicta hasta el momento y que haya mejorado en cada ocasión su marca, es positivo para nuestras opciones de medalla en Nueva Delhi", apuntó.

Semenya, fue sometida a una larga de serie de exámenes para verificar su sexo, sólo ha competido dos veces desde que se le permitió volver a las pistas en julio. En las dos ocasiones ha ganado pero ella asegura que no puede estar satisfecha con los tiempos obtenidos.

(Fuente: Yahoo)

05 octubre 2009

Intersexualidad: ¿Hombre o mujer?

La intersexualidad no sólo es relegada socialmente, sino dentro del mismo colectivo LGBT, que agrupa a las minorías sexuales.



(Por Raymundo Talavera).- La intersexualidad hace tiempo era conocida como “hermafroditismo”, término que provino de unir los nombres de un Dios y una Diosa griegos: Hermes y Afrodita. Hermes era el Dios de la sexualidad masculina (entre otras cosas) y Afrodita la Diosa de la sexualidad, el amor y la belleza femeninas.

Los seres humanos, en teoría, contamos con 46 cromosomas en nuestro cuerpo, 23 son apartados por el padre (XX) y los otros 23 por la madre (XY). La intersexualidad se hace presente cuando hay quienes nacen con las combinaciones siguientes: XXY, XO, XO/XY.

En términos sencillos, la intersexualidad es aquella condición de un ser humano que, en su nacimiento, presenta de forma simultánea características sexuales tanto masculinas como femeninas. Con otras palabras: no tiene un sexo establecido como tal.

En ese sentido, la persona puede poseer una abertura vaginal que esté parcialmente fusionada, así como también un órgano eréctil (pene o clítoris) más o menos desarrollado y ovarios o testículos. Cabe señalar que estos últimos suelen ser internos.

Por otra parte, uno de los mayores problemas a los cuales se enfrentan los intersexuales es su incapacidad para decidir por sí mismos su sexualidad. A partir de lo anterior surge la siguiente interrogante: ¿cómo se le asigna un sexo a un bebé intersexual?

Sin duda, la respuesta parece difícil de responder. De acuerdo con la Sociedad Intersexual de Estados Unidos, en los últimos tiempos, los médicos de ese país han llevado a cabo una convención, en la que se ha establecido que para determinar el sexo del bebé se debe medir "lo que hay entre las piernas"...

Si éste tiene ovarios y útero internamente y su pene es inferior a un centímetro se considera mujer. Sin embargo, si el pene estirado rebasa los 3 centímetros lo asignan como hombre. Los padres del bebé, además, llegan a externar su opinión sobre dicha decisión del médico.

Sin embargo, la convención que se ha realizado en el país del norte desde hace algunas décadas no es “oficial” por lo que, desde ese ángulo, cada médico debe valorar el caso en particular para determinar cuál será el sexo que le asignará al recién nacido.

Bajo otro tenor, el bebé, si así lo deciden los padres, puede ser sometido a intervenciones quirúrgicas, mismas que podrían resultar perjudiciales para su salud, y producirle para lo venidero dolores o infecciones en los genitales, aunado a pérdida de sensibilidad causada por las cicatrices.

Existe un riesgo latente de que al llegar a la edad adulta el sujeto no se muestre conforme con el sexo que se le asignó, y se considere perteneciente al sexo contrario. Ahí se presentaría un problema difícil de erradicar por todo lo que ello conlleva.

Si bien de manera común se tiene conocimiento de dos sexos como tal, masculino y femenino, hay quienes afirman que las personas intersexuales deberían ser tratados de manera “neutral” hasta que el susodicho pueda tomar la decisión de elegir uno u otro sexo.

No obstante, es conveniente tomar en consideración que los seres humanos vivimos dentro de una sociedad que está compuesta por otras personas a las cuales les costaría trabajo tratar al otro simplemente como “neutral”.

En la mayoría de países, el tema ha sido poco trastocado por los médicos desde hace mucho tiempo. Prueba de ello, por ejemplo, es que no se habla de él casi en ningún medio de comunicación. Lo cierto es que el hecho de evadirlo no constituye por sí misma una solución.

(Fuente: anodis.com)

14 septiembre 2009

Intersexualidad en el deporte: El sexo no es sólo una Y

Interesantísimo artículo, la intersexualidad en el deporte se encuentra en la palestra, aquí un resumen de los casos de hermafroditismo e intersexualidad en la historia deportiva, debido al reciente caso de la velocista intersexual Caster Semenya. Pero qué tanto beneficia genéticamente ser intersexual a una persona?, según éste artículo "todos los ases del deporte tienen cualidades anómalas", "los negros tienen ventajas genéticas sobre los blancos", pero nunca se ha tomado ninguna medida al respecto. Tema polémico que aunque no lo parezca, puede tener mucho de discriminación.

(Por Carlos Arribas).- En 1980, una bala perdida en un atraco en Cleveland mató a Stella Walsh, que pasaba por allí. En la autopsia se descubrió que aunque viviera como mujer, tenía genitales masculinos. En 1932, sin embargo, nadie había dudado de su feminidad cuando, compitiendo con el equipo polaco, Walsh (nacida Stanilaswa Walasiewicz) se convirtió en la primera mujer que bajaba de los 12 segundos al ganar los 100 metros en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles, ni tampoco en el Berlín de 1936, cuando ganó la plata. Nadie dudó y nunca fue sometida a un control de sexo.

No sufrió lo que la india Santhi Soundarajar, desposeída de su medalla de los 800 metros de los Juegos Asiáticos de 2006 al comprobarse posteriormente que en realidad era hombre. Su primera reacción fue un intento de suicidio.

Seguramente, si Stella Walsh hubiera nacido más tarde no habría podido participar como mujer en ninguna competición deportiva, pues, entre 1967 y 1999, todas las mujeres, salvo una, que desearan participar en los Juegos Olímpicos debían someterse a un control de sexo. La excepción fue la princesa Ana de Inglaterra, a quien evitaron el trago por su sangre azul cuando participó como jinete en la hípica en los Juegos de Montreal 76. Todas las demás debieron someterse a un reconocimiento físico y a un análisis de ADN que detectaba si entre sus 23 parejas de cromosomas había alguna Y, señal de masculinidad: los hombres generalmente tienen en cada célula un cromosoma Y y uno X; y las mujeres, dos X... 


El objetivo era evitar sencillamente que hombres disfrazados de mujeres participaran en las pruebas femeninas, donde contarían con ventaja dada su mayor fuerza natural. Por eso, evidentemente, a los hombres no se les sometía rutinariamente a un control de sexo: no se podría entender que una mujer, siempre en desventaja, hiciera trampas para competir con los hombres. La primera víctima fue la polaca Ewa Klolukowska, plusmarquista mundial de los 100 metros en 1965, cazada por el test de cromosomas y obligada a retirarse en 1967.

Sin embargo, todo trato diferenciado conduce irremisiblemente a la discriminación, y por eso, y porque también se comprobó que no todo está en la Y, y que no por tener un cromosoma masculino se tenía ventaja en la competición, en 1999 el Comité Olímpico Internacional (COI) suprimió los controles de sexo. "Era completamente innecesario el humillante examen físico", explica Arne Ljungqvist, presidente de la Comisión Médica del COI, "además porque ya durante el control antidopaje se obliga a los deportistas a desnudarse completamente para estar seguros de que la orina que suministran procede efectivamente de su uréter. Evidentemente, un hombre disfrazado de mujer no pasaría esa prueba. Y los análisis nunca son concluyentes, siempre son injustos con atletas con alguna anomalía genética o que pertenecen al llamado género intersexual". Caster Semenya, la adolescente surafricana (tiene 18 años) por la que todo el revuelo se ha montado, ha pasado, efectivamente, controles antidopaje en Berlín.

Esta idea es la clave de un artículo publicado la semana pasada en la revista Nature con motivo del caso de Semenya. En él se recogía la opinión del experto en trastornos de crecimiento de la Universidad de Yale Myron Genel. Para la mayoría de la población, rige que una mujer tiene dos cromosomas X en el par 23, y un hombre tiene un par XY. Pero los científicos insisten en que "puede haber individuos con dos X que desarrollen caracteres masculinos, y otros con un X y un Y que nunca los tengan". Además, para acabar de enredar más la madeja, señalan que también hay personas que son XXY.
Y si en vez del análisis cromosómico se miden los niveles de hormonas tampoco se obtiene una diferenciación clara. "Algunos individuos XX tienen condiciones médicas que hacen que sus niveles de hormonas androgénicas [las masculinizantes, como la testosterona] sean elevados, lo que puede llevar a características como una mayor masa muscular", señala la revista. "Mientras que otras XY no se desarrollan como varones porque tienen un síndrome de insensibilidad androgénica", lo que implica que no responden a su propia testosterona.

Ya un editorial aparecido a principios de los años noventa del pasado siglo en JAMA, la revista de la asociación médica de Estados Unidos, atacaba los controles tradicionales por considerarlos discriminatorios y poco científicos. "No hay una línea clara entre sexo masculino y femenino", decía. "Que sea la persona la que elija". Este pensamiento lo ha seguido la Federación Internacional de Atletismo (IAAF) desde 1992, cuando abandonó, antes que el COI, los controles de sexo y fijó las líneas maestras para dirimir los casos controvertidos, siempre uno a uno cuando una duda razonable obligue a proceder a ello, siempre guiados por la discreción. Por eso concluyen que todas las personas que desde su infancia o prepubertad han sido consideradas legal y psicosocialmente mujeres deben poder participar en competiciones deportivas femeninas independientemente de lo que digan sus cromosomas. Aplicándolo a los transexuales, es la idea base de la ley de identidad de género que se aprobó en España en 2007: que cada persona decida con qué género se identifica y con cuál quiere vivir, independientemente de su físico.

De haber seguido estas guías, se hubiera evitado el caso de María José Martínez Patiño, actualmente catedrática del INEF de Pontevedra, a quien, en 1986 -tenía 24 años y era plusmarquista española de 60 metros vallas-, se le detectó un cromosoma Y en un control. La IAAF le retiró la licencia, aunque posteriormente se revisó su caso y se le devolvió la licencia al considerar que no tenía ninguna ventaja para competir. Pero Patiño se retiró después de sufrir graves crisis al ver cómo su intimidad se aireaba en los medios.

Caster Semenya, cuenta estos días su familia, indignada, en la prensa surafricana, siempre ha sido una niña. Ella se considera mujer, aunque dicen sus amigas que no le gustan los hombres, con los que lo único que hace es jugar al fútbol. Pero siempre ha vivido como mujer. Como mujer que se siente diferente, acostumbrada desde niña a las burlas y escarnios de los demás niños de su pueblo, en la remota provincia de Limpopo.

Los exámenes a los que se está sometiendo Semenya, a quien, para protegerla, han prohibido todo contacto con la prensa, pasan, primero, por determinar si tiene las características primarias de su sexo -vagina, ovarios-, y las secundarias -ausencia de pelo facial y pectoral, pechos funcionales-. Después pasan a analizar si fisiológicamente (sus hormonas) su organismo funciona como el de una mujer; posteriormente por el estudio de sus cromosomas y de su SRY, el gen de la masculinidad, y, finalmente, por un estudio psicológico, su identidad sexual.

La historia de los Juegos Olímpicos está plagada de las peripecias humanas y el sufrimiento de personas de sexo biológicamente poco claro expuestas, como objetos morbosos, a la curiosidad pública, pero quizás ninguna tan dolorosa como la de la checa Zdenka Koubkova, plusmarquista mundial de 800 metros -una distancia atractiva para la duda-, una hermafrodita que no superó un examen ginecológico en 1934. Se le prohibió competir con mujeres pero la humillación mayor la sufrió cuando unas fotos de su anomalía aparecieron ilustrando un libro de medicina. Criada como una niña, empezó a vivir desde entonces como un hombre, convirtiéndose en Zdenek Koubek.

Ninguna tan curiosa, sin embargo, como la del ciclista escocés Robert Millar, el rey de la montaña del Tour de 1984, quien compitió como hombre sintiéndose mujer. En 2003 cambió de sexo. Ahora se llama Philippa York. Claro que Philippa hizo el cambio de sexo cuando se retiró, y no intentó competir después como mujer.

El desgaste que supone esta situación lo sabe bien la golfista Mianne Bagger. La deportista nació en Dinamarca en 1966, pero biológicamente era un hombre. En 1995 se sometió a una operación de reasignación de sexo. En 1998, volvió al golf como amateur. Pero en 2003 pidió competir en los circuitos profesionales femeninos. Lo consiguió en 2004. El revuelo duró poco, porque se trata de un deporte no olímpico -todavía-, y, sobre todo, porque al final no era tan buena, y no supuso una amenaza para las mejores.

Independientemente de lo que haya resultado de los análisis realizados a Semenya, el argumento de la identidad, que es el que prevalece actualmente ahora a la hora de tratar las situaciones en que hay discusión por el sexo de una persona (que sea considerada como él o ella se sientan) no convence a todos. Sobre todo a quienes son derrotados en una competición importante. La italiana Elisa Cusma, que acabó sexta en la final de los 800 metros ganada por la surafricana, manifestó: "Sí, será mujer, o se sentirá mujer, pero yo sigo pensando que me ganó un hombre". También la española Mayte Martínez, que acabó séptima en esa carrera, entró al trapo en la polémica: "Si me ponen a Semenya y 10 hombres delante no sabría decir que ella es la mujer", dijo.

Este problema, el de la desigualdad que supone competir contra personas a las que una anomalía genética convierte en invencibles, es el que tratan de resolver las autoridades deportivas, aun olvidando que todos los grandes cracks deportivos, son, de una manera u otra, anomalías, seres diferentes del resto de los mortales, más rápidos, más flexibles, más altos, más musculosos, más fuertes, gracias a unos genes únicos.

Por eso, poner una frontera biológica no es, en general, nada fácil, y el argumento de las ventajas innatas es extremadamente peligroso. "No discriminamos a las mujeres muy altas [que lo son porque tienen una determinada configuración genética] y decimos que no pueden competir porque lo son. Ni discriminamos a los corredores que tienen una elevada prevalencia de fibras rápidas", dice Genel. Este último es el caso de los velocistas negros, por ejemplo, que según todos los estudios parten de una ventaja genética sobre los blancos sin que nadie -todavía- haya planteado hacer dos competiciones diferentes. ¿Cuál es la solución? Para Genel, está claro: "Si han nacido y crecido como mujeres y piensan en sí mismas como mujeres, yo diría que se les debe dejar competir como mujeres".

(Fuente: elpais.com)


12 septiembre 2009

Corredora Caster Semenya sería intersexual

Cosas de la naturaleza, por lo que hemos leído que sea o no intersexual no le da necesariamente ventajas sobre sus competidoras rivales, se requiere de un completísimo y minucioso análisis hormonal, no es el único caso en la historia de las competencias deportivas.

Se habrían filtrado los primeros resultados de los análisis de género de la corredora sudafricana Caster Semenya que ganó una medalla de oro en los pasados mundiales de atletismo de Berlín. Según el diario británico sensacionalista Daily Telegraph, la corredora carece de útero y ovarios, pero en su lugar tiene dos testículos que producen altos niveles de testosterona. Es decir, Caster Semenya sería intersexual.

Caster Semenya, para su familia, siempre ha sido una niña. Ella se considera mujer, aunque dicen sus amigas que no le gustan los hombres, con los que lo único que hace es jugar al fútbol. En la escuela, dice su profesor, quien no se percató de que era chica hasta que cumplió 11 años, prefería vestir el uniforme de los chicos, los pantalones grises, en vez de la falda marrón de las chicas...


Siempre ha vivido como mujer. Como mujer que se siente diferente, acostumbrada desde niña a las burlas y escarnios de los demás niños de su pueblo, en la remota provincia de Limpopo - Suráfrica.

Los exámenes a los que se está sometiendo Semenya, a quien, para protegerla, han prohibido todo contacto con la prensa, pasan, primero, por determinar si tiene las características primarias y secundarias de su sexo. Luego pasarán a analizar si fisiológicamente (hormonalmente) su organismo funciona como el de una mujer; posteriormente por el estudio de sus cromosomas y de su SRY, el gen de la masculinidad, y, finalmente, por un estudio psicológico, su identidad sexual.

Entrando en detalles, el Daily Telegraph publicó que la corredora presentaba niveles de testosterona tres veces superiores a lo normal, aunque no decía si la hormona era de origen natural. Si no lo era, ya no se trataría de un problema de identidad sexual, sino de dopaje. El periódico británico arrojaba una sombra de sospecha sobre la corredora al indicar que su entrenador era Ekkart Arbeit, antiguo responsable de atletas de la República Democrática Alemana (RDA) y a quien su ex pupila Heidi Krieger acusó de haberle dado tantos anabolizantes que había terminado por someterse a un proceso de reasignación de sexo para convertirse en Andreas Krieger.
(Fuente: ambienteg.com, elpais.com)

31 marzo 2009

No quieren que una intersexual sea tenista profesional

Sarah Gronert es una chica alemana de 22 años que lleva toda su vida jugando al tenis y que parece que es lo suficientemente buena en este deporte como para acceder al circuito profesional.

El problema es que Sarah Gronert nació con los dos sexos por lo que hay quién está intentando evitar que juegue profesionalmente.

Sarah Gronert, nació con genitales tanto femeninos como masculinos, pero hace poco pasó por el quirófano para deshacerse de su parte masculina, así que ahora es física y legalmente una mujer, por lo que la WTA le permite competir como tal.

Los que intentan evitar que se dedique al tenis profesionalmente argumentan que, a su parecer, Sarah Gronert es demasiado fuerte y consideran que podría beneficiarse por tener más hormonas masculinas –no existe ningún dato médico público que lo confirme-.

Scholmo Tzoref, entrenador de una de sus contrincantes, ha destapado la polémica diciendo: “Ninguna chica puede hacer servicios como esos, ni tan siquiera Venus Williams. No es una mujer, es un hombre. No tiene una fuerza de mujer y ninguna mujer tiene esa técnica.”

Sarah Gronert – número 619 del ranking mundial – ganó a Julia Glushko – 325 del ranking mundial -, la chica a la que entrena Scholmo Tzoref.

Scholmo Tzoref por su parte cree que Sarah Gronert llegará en breve al top 50 por sus ventajas físicas, pero lo cierto es que en los últimos 6 meses ha jugado nueve partidos de los que únicamente ha ganado dos.

Es bastante probable que la WTA le haya pedido algún tipo de test hormonal para dejarla jugar, pero lo cierto es que si no tiene testículos no debería estar generando más hormonas masculinas que cualquier otra chica.

Para casos dudosos ya existe la WTA, que es el organismo que dicta las normas en el tenis y, en su caso, el que debería tomar las decisiones; y ya ha tomado una: Sarah Gronert es mujer.

(Fuente: AmbienteG.com)