Parece evidente que para llegar a querer a otra mujer, primero tenemos que querernos a nosotras mismas, y para querernos primero es necesario conocernos en lo físico y en lo psíquico. Explora tu cuerpo sin miedo, pues, y si nunca te has masturbado, más vale tarde que nunca. En cualquier caso, debes saber que, en nuestros días, y en las culturas más avanzadas, más del 70% de las mujeres suelen masturbarse de forma habitual.
La masturbación, una práctica sexual extendida a lo largo y a lo ancho del planeta, desde la noche de los tiempos, ha sido un secreto tan bien guardado, que solo Safo, Catalina la Grande y pocas más se han atrevido a confesar que la practicaban. Hasta hace bien poco, los hombres creían que las mujeres no eran capaces de disfrutar por sí solas del sexo, y ello a pesar de ejemplos a través de la historia, en sentido contrario, como puso de manifiesto en su día la sexóloga Shere Hite con sus estudios.
Esta idea surgía, no tanto porque fuésemos asexuadas, sino por el desprecio subyacente en la cultura machista que nos hacía ser, en la práctica, objetos a los que meterla, orgasmar y darse la vuelta. En el mejor de los casos éramos figuras maternas que satisfacíamos las necesidades de los hombres. Sin embargo hoy sabemos que, a medida que aceptamos nuestro cuerpo como una gran zona placentera y amamos cada gramo del placer que nos proporciona, la imagen de nuestro cuerpo cambia y con ello nuestra propia imagen. Nosotras y nuestro cuerpo no somos cosas separadas.
Unos de los mitos acerca de la masturbación es que sólo las adolescentes y las solitarias lo hacen. Y aunque no estaba bien visto, había más benevolencia hacia las personas adultas y con pareja. Dentro del mundo lesbiano, algunos estudios como el de la ya mencionada Shere Hite han ido aclarando la realidad de las cosas: las mujeres se masturban, sean heterosexuales o lesbianas, y tengan o no pareja.
El sentimiento de culpa que todavía tienen algunas personas acerca de la masturbación tiene un origen bíblico: Yahvé condena expresamente las prácticas solitarias porque es desperdiciar la "semilla" de la procreación. Pero como es sabido, toda prohibición presupone un uso generalizado al que hay que poner freno, según la moral tradicional dominante.
Está comprobado que en todos los tiempos y en todas las culturas:
- La masturbación como caricia genital empieza en el primer año de vida. Niños y niñas se masturban de forma creciente de los tres a los cinco años. Las niñas suelen descubrir muy pronto que al apoyar la entrepierna sobre algo duro y hacer "el caballito" o bien al apretar los dedos contra su pubis obtienen placer. Al ser reprendidas por sus madres o cuidadoras por estas prácticas, empiezan a hacerlas en secreto y a escondidas, con un sentimiento de culpa.
- Las mujeres de mediana edad se masturban si no están emparejadas. En el caso de una pareja de mujeres, pueden masturbarse mutuamente o por separado, y a partir de cierta edad todavía más, por resultarles agotadoras las prácticas sexuales demasiado intensas y complicadas.
Poco a poco, el acto de valentía que supone, con los cambios personales, forzar cambios en la mentalidad social reconociendo como bueno lo que se hace y que además supone placer, ha hecho que la sociedad ya no se sienta amenazada cuando una mujer reconoce en público que se masturba. Así que podemos respirar tranquilas. La próxima vez que os sintais humilladas por esos jóvenes machitos que retozan y alardean de sus penes y sus poderes masturbatorios, recordad que nosotras, las mujeres, somos potencialmente mucho más ricas y libres en nuestros recursos sexuales.
¿Cómo hacerlo?
El método más común para masturbarse es con las manos, y pueden hacerse todo tipo de combinaciones. Además de tocaros por las obvias zonas del clítoris mismo y a su alrededor, tratad de acariciaros por la zona interna de los muslos y a los lados de los labios mayores. Con frecuencia el clítoris en sí es demasiado sensible como para ser friccionado directamente; lo mejor es mantener un dedo inmóvil sobre el clítoris mientras movéis la otra mano por arriba y por debajo de la vulva.
Junto con la estimulación manual del clítoris y de la vagina, haced presión con los muslos, juntándolos y pasando la mano entre ambos. Una vez conseguida la excitación, pasad a la estimulación continuada del clítoris, acariciándolo de forma suave y rítmica, y en muy poco tiempo alcanzarás el orgasmo deseado.
Aunque el tipo de masturbación más frecuente es el que se realiza en solitario, es un error reducirlo al placer a solas; la masturbación mutua de dos amantes es una muestra importante de amor y de complementariedad sexual de la pareja. Recientemente se ha ido introduciendo en el placer solitario de la masturbación el juego con consoladores y otros artilugios que simulan un pene, y lubricantes que ayudan al placer de la autopenetración, tanto vaginal como anal. No obstante, antes de introducir estos elementos dentro de la relación sexual de una pareja debemos hablar claramente con la otra mujer acerca de sus preferencias: no a todas las mujeres les gusta ser penetradas y algunas rechazan violentamente el uso de consoladores y similares.
¿Qué peligros hay?
Si tenía razón Darwin, y parece que sí, la función crea el órgano. De manera que el peligro que corres con la práctica de la masturbación, es que se te relajen agradablemente los músculos faciales, que aumente tu facilidad para tener orgasmos, y que aprendamos a mirar el mundo y a cuantas pasean por su superficie con un poco más de simpatía. Al fin y al cabo son como tú y están deseosas de ser felices y disfrutar del regalo del cuerpo y de la vida.
Ventajas de la masturbación
- Conseguirás un aprendizaje de la actividad sexual más natural, que te generará menos ansiedad al inicio de relaciones sexuales en pareja. A fin de cuentas se trata de conocerte, saber qué te gusta más y poder así solicitar a tu amante lo que te excita. Es el mejor método para conocer tu propia respuesta sexual: con ella aprenderás cómo alcanzar una mayor excitación y cómo llegar al orgasmo, tantas veces como desees.
- Es una forma de libertad de expresión sexual mediante la cual te sentirás sexualmente tú misma, sin necesidad de nadie, y con la que te podrás rebelar contra la educación represiva que hayan podido inculcarte.
- Podrás mejorar tu relación sexual de pareja, ya que en muchos casos a tu amante le gustará alguna posición o práctica que no te será tan placentera como otras, por ejemplo la penetración anal, pero que con tu masturbación simultánea puedes convertir en un nuevo placer muy erotizante.
- Te ayudará a reducir el estrés acumulado durante el trabajo diario y la rutina cotidiana, haciendo que duermas mejor y mejorando incluso a veces los dolores menstruales, las jaquecas y las tensiones.
- Cada vez que te masturbes estás realizando una excelente gimnasia con tu aparato cardiovascular. A una mujer equilibrada, la masturbación no sólo no le reduce su deseo por otras personas, sino que incluso puede aumentar su sensualidad.
- Aumentará tu capacidad de tener orgasmos cuanto más te masturbes, ya que con ello se mantienen tonificados los músculos pélvicos y del periné que intervienen en la respuesta orgásmica.
- Es un placer sexual seguro, sin riesgos de enfermedades de transmisión sexual, que puedes practicar siempre que quieras y, si te lo propones, casi en cualquier momento y lugar.
Que lo disfrutes.
Por: Paloma Gómez Sánchez
(Fuente: Sexologia.com)
La masturbación, una práctica sexual extendida a lo largo y a lo ancho del planeta, desde la noche de los tiempos, ha sido un secreto tan bien guardado, que solo Safo, Catalina la Grande y pocas más se han atrevido a confesar que la practicaban. Hasta hace bien poco, los hombres creían que las mujeres no eran capaces de disfrutar por sí solas del sexo, y ello a pesar de ejemplos a través de la historia, en sentido contrario, como puso de manifiesto en su día la sexóloga Shere Hite con sus estudios.
Esta idea surgía, no tanto porque fuésemos asexuadas, sino por el desprecio subyacente en la cultura machista que nos hacía ser, en la práctica, objetos a los que meterla, orgasmar y darse la vuelta. En el mejor de los casos éramos figuras maternas que satisfacíamos las necesidades de los hombres. Sin embargo hoy sabemos que, a medida que aceptamos nuestro cuerpo como una gran zona placentera y amamos cada gramo del placer que nos proporciona, la imagen de nuestro cuerpo cambia y con ello nuestra propia imagen. Nosotras y nuestro cuerpo no somos cosas separadas.
Unos de los mitos acerca de la masturbación es que sólo las adolescentes y las solitarias lo hacen. Y aunque no estaba bien visto, había más benevolencia hacia las personas adultas y con pareja. Dentro del mundo lesbiano, algunos estudios como el de la ya mencionada Shere Hite han ido aclarando la realidad de las cosas: las mujeres se masturban, sean heterosexuales o lesbianas, y tengan o no pareja.
El sentimiento de culpa que todavía tienen algunas personas acerca de la masturbación tiene un origen bíblico: Yahvé condena expresamente las prácticas solitarias porque es desperdiciar la "semilla" de la procreación. Pero como es sabido, toda prohibición presupone un uso generalizado al que hay que poner freno, según la moral tradicional dominante.
Está comprobado que en todos los tiempos y en todas las culturas:
- La masturbación como caricia genital empieza en el primer año de vida. Niños y niñas se masturban de forma creciente de los tres a los cinco años. Las niñas suelen descubrir muy pronto que al apoyar la entrepierna sobre algo duro y hacer "el caballito" o bien al apretar los dedos contra su pubis obtienen placer. Al ser reprendidas por sus madres o cuidadoras por estas prácticas, empiezan a hacerlas en secreto y a escondidas, con un sentimiento de culpa.
- Las mujeres de mediana edad se masturban si no están emparejadas. En el caso de una pareja de mujeres, pueden masturbarse mutuamente o por separado, y a partir de cierta edad todavía más, por resultarles agotadoras las prácticas sexuales demasiado intensas y complicadas.
Poco a poco, el acto de valentía que supone, con los cambios personales, forzar cambios en la mentalidad social reconociendo como bueno lo que se hace y que además supone placer, ha hecho que la sociedad ya no se sienta amenazada cuando una mujer reconoce en público que se masturba. Así que podemos respirar tranquilas. La próxima vez que os sintais humilladas por esos jóvenes machitos que retozan y alardean de sus penes y sus poderes masturbatorios, recordad que nosotras, las mujeres, somos potencialmente mucho más ricas y libres en nuestros recursos sexuales.
¿Cómo hacerlo?
El método más común para masturbarse es con las manos, y pueden hacerse todo tipo de combinaciones. Además de tocaros por las obvias zonas del clítoris mismo y a su alrededor, tratad de acariciaros por la zona interna de los muslos y a los lados de los labios mayores. Con frecuencia el clítoris en sí es demasiado sensible como para ser friccionado directamente; lo mejor es mantener un dedo inmóvil sobre el clítoris mientras movéis la otra mano por arriba y por debajo de la vulva.
Junto con la estimulación manual del clítoris y de la vagina, haced presión con los muslos, juntándolos y pasando la mano entre ambos. Una vez conseguida la excitación, pasad a la estimulación continuada del clítoris, acariciándolo de forma suave y rítmica, y en muy poco tiempo alcanzarás el orgasmo deseado.
Aunque el tipo de masturbación más frecuente es el que se realiza en solitario, es un error reducirlo al placer a solas; la masturbación mutua de dos amantes es una muestra importante de amor y de complementariedad sexual de la pareja. Recientemente se ha ido introduciendo en el placer solitario de la masturbación el juego con consoladores y otros artilugios que simulan un pene, y lubricantes que ayudan al placer de la autopenetración, tanto vaginal como anal. No obstante, antes de introducir estos elementos dentro de la relación sexual de una pareja debemos hablar claramente con la otra mujer acerca de sus preferencias: no a todas las mujeres les gusta ser penetradas y algunas rechazan violentamente el uso de consoladores y similares.
¿Qué peligros hay?
Si tenía razón Darwin, y parece que sí, la función crea el órgano. De manera que el peligro que corres con la práctica de la masturbación, es que se te relajen agradablemente los músculos faciales, que aumente tu facilidad para tener orgasmos, y que aprendamos a mirar el mundo y a cuantas pasean por su superficie con un poco más de simpatía. Al fin y al cabo son como tú y están deseosas de ser felices y disfrutar del regalo del cuerpo y de la vida.
Ventajas de la masturbación
- Conseguirás un aprendizaje de la actividad sexual más natural, que te generará menos ansiedad al inicio de relaciones sexuales en pareja. A fin de cuentas se trata de conocerte, saber qué te gusta más y poder así solicitar a tu amante lo que te excita. Es el mejor método para conocer tu propia respuesta sexual: con ella aprenderás cómo alcanzar una mayor excitación y cómo llegar al orgasmo, tantas veces como desees.
- Es una forma de libertad de expresión sexual mediante la cual te sentirás sexualmente tú misma, sin necesidad de nadie, y con la que te podrás rebelar contra la educación represiva que hayan podido inculcarte.
- Podrás mejorar tu relación sexual de pareja, ya que en muchos casos a tu amante le gustará alguna posición o práctica que no te será tan placentera como otras, por ejemplo la penetración anal, pero que con tu masturbación simultánea puedes convertir en un nuevo placer muy erotizante.
- Te ayudará a reducir el estrés acumulado durante el trabajo diario y la rutina cotidiana, haciendo que duermas mejor y mejorando incluso a veces los dolores menstruales, las jaquecas y las tensiones.
- Cada vez que te masturbes estás realizando una excelente gimnasia con tu aparato cardiovascular. A una mujer equilibrada, la masturbación no sólo no le reduce su deseo por otras personas, sino que incluso puede aumentar su sensualidad.
- Aumentará tu capacidad de tener orgasmos cuanto más te masturbes, ya que con ello se mantienen tonificados los músculos pélvicos y del periné que intervienen en la respuesta orgásmica.
- Es un placer sexual seguro, sin riesgos de enfermedades de transmisión sexual, que puedes practicar siempre que quieras y, si te lo propones, casi en cualquier momento y lugar.
Que lo disfrutes.
Por: Paloma Gómez Sánchez
(Fuente: Sexologia.com)
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