
(Rompiendoelsilencio.cl).- Daniela tiene 24 años y está a punto de egresar de Pedagogía en Inglés. Su condición sexual le complica el desarrollo de su profesión. Siente que la podrían discriminar si la hace pública. De un metro sesenta y cinco, tez blanca, ojos cafés claros, y pelo castaño claro, cuenta que estuvo casada dos años con alguien mayor, quien fue su “primer y único hombre”.
Su historia es más bien atípica: proviene de una familia evangélica. Incluso, participó durante toda su niñez y juventud en la iglesia. Hasta ahí, su vida era la de una persona que seguía sus creencias al pie de la letra. Eso, hasta que llegó el momento en que se asumió como lesbiana y las estrictas normas que rigen su religión la obligaron a guardar silencio.
"Día a día vivo con el miedo de no poder contarles lo que me pasa, porque sé que no me entenderán nunca. Al contrario, las veces que se ha hablado del tema sólo surgen comentarios que me angustian cada día más y me hacen callar”, expresa con resignación.
La relación con su marido, antes de separarse, fue excelente y contaba con la aprobación de su círculo cercano. Por esos días, Daniela entró a la universidad. Ahí, vivió un momento que cambió su existencia para siempre: Tuvo su primera “conexión lésbica” (como ella misma le llama) con una profesora. Sin embargo, no pudo concretar una relación porque prefirió evitar comentarios que pudieran perjudicarla. A pesar de esto, su matrimonio marchaba con normalidad. Eso no impidió que a un año de haber contraído nupcias, experimentara su segunda experiencia con una chica. Se hicieron amigas y esta vez, fue más allá. Llegó a besarse con la mujer de ese entonces.
“Fue algo totalmente nuevo”, sostiene. ”Después de haber besado a la chica, empecé a sentir unos cuestionamientos horribles hacia mi sexualidad. Por un lado, estaba la relación estable y maravillosa que llevaba con mi esposo, pero, por otro, estaba lo que sentía, que era nuevo y a la vez agradable”, revela.
En ese momento, el día a día de Daniela, comenzó a tornarse más complicado. Poco a poco, se fue distanciando de su marido. Le era imposible dejar de pensar en la mujer a la cual le dio su primer beso. Luego de unos meses, empezó a comentarle a su pareja temas relacionados con la homosexualidad y el lesbianismo, con el fin de confesarle lo que le pasaba, pero no podía. Un día, su ex cónyuge le preguntó qué le pasaba y por qué evitaba el sexo. En ese momento, Daniela decidió contar su verdad y terminar con su matrimonio. Sabía que dar ese paso implicaría un cambio radical.
“Separarme de él, me significó una inestabilidad emocional y un miedo a no saber qué pasaría conmigo, que todavía tengo”, confiesa, muy afectada. A contar de ese instante, tuvo que enfrentar, lo que ella llama, la “realidad del mundo gay lésbico ”.
Plantea que le ha sido muy difícil encontrar una pareja estable. “Hay mucha gente que sólo busca hueveo y diversión”, puntualiza. Antes de asumir su lesbianismo, quería tener hijos, pero esa decisión cambió. Ya no quiere ser madre, pues sólo busca tener una pareja que le brinde estabilidad y estar tranquila.
"Actualmente no tengo novia. Es difícil encontrar alguien con pensamientos afines que vea la vida con compromiso”, puntualiza al tiempo que suspira y su rostro delata pena.
"Temo que me puedan quitar a mi hija"
El caso de Valentina es diferente. Tiene 36 años y es la menor de cuatro hermanos. Vive con su madre y su hija. Se casó y estuvo nueve años con su ex esposo. Estudió química en la Universidad de Chile. Actualmente, imparte clases en una casa de estudios y a escolares de enseñanza media. Tiene el pelo corto y castaño oscuro, tez blanca, ojos pequeños y cafés. Utiliza anteojos. Mira directamente a los ojos cuando habla y no se muestra avergonzada de reconocer su condición sexual.
"Toda mi vida fui ‘hétero’. Nunca tuve dificultades para tener novios y tuve varios. Pero siempre había algo que me faltaba”, comenta de entrada. Tuvo su primera pareja lésbica a los 30 años. Cuenta que la experiencia fue "increíble". Además, añade que la conexión y la identificación que le produjo “el tocar una piel más suave y sentir otros aromas” la completaban mucho más que cuando estuvo con hombres.
Pasar a estar con una mujer para algunas, puede ser complicado. Este es el caso de Valentina. El acostumbrarse a asumirse como lesbiana, de un día para otro, no le fue nada fácil.
"Me acostaba en las noches mirando al techo y diciendo ¿lo soy o no lo soy?”. Antes del presente que vive, en algún momento fue “la señora de” y tuvo una hija, que tiene cinco años.
"El no era una mala persona. No se dio cuenta de mi cambio, pero siento que lo sospecha", indica, al tiempo que coloca una expresión similar a la de una niña que sabe que está haciendo algo malo. Luego de su separación, al reconocerse como lesbiana, comenzó a vivir sus relaciones de pareja con la intensidad de una adolescente.
"Cuando me divorcié, empecé a relacionarme con más amigas lesbianas que tenía desde hace mucho tiempo. Me di cuenta que me sentía más identificada, más parte de algo”, apunta. En cuanto a su hija, uno de los grandes miedos de Valentina es perderla, ya que el hombre con el que estuvo casada las podría separar si ratifica sus sospechas sobre la sexualidad de Valentina.
"El gran problema que vislumbro es que esta persona tiene dinero. Si él se da cuenta de mi cambio, temo que me pueda quitar a mi niña. A una jueza (Karen Atala), la justicia le quitó a su hijos por asumir su lesbianismo, entonces con mayor razón me puede pasar a mí. Pensar en que eso pueda suceder, me complica mucho”, admite con tristeza.
Cuando habla de lo feliz que fue al haber sido madre, su expresión cambia. Dice que una de las cosas que más le gusta de ser mujer, es tener la capacidad de dar a luz.
"Con mi hija tenemos una relación preciosa. La amo y la adoro. Si pudiera, la volvería a tener”, señala. Una de las cosas que avizora con preocupación es el momento en que tendrá que explicarle a su primogénita que ella no es como el común de las madres.
“Siempre he pensado que no tengo que contarle nada sobre mi opción sexual. Creo que ella se tiene que dar cuenta sola. Tengo que dejar que las cosas fluyan y que pase lo que tenga que pasar”, postula vehemente. Con orgullo, cuenta que su hija es muy astuta. Para Valentina, el decirle la verdad de su condición sexual no significaría causarle daño. Lo que sí le preocupa es “la sociedad en que se vive ahora, llena de prejuicios”. Sólo le importa enseñarle bien las cosas y “dejarle todo claro, ya que si nuestra relación se viera afectada sería por factores externos”.
Hoy declara sentirse “dichosa” de asumirse como lesbiana. Ello, a pesar de que son pocos los que conocen su historia a fondo. Asegura que su madre es la única persona de su familia que conoce su verdad.
“Ella tiene 74 años. A pesar de que lo acepta, siento que todavía cree que es un capricho. Es una señora, hija de españoles, que fue criada y educada en un colegio religioso, que siempre fue muy severa y muy estricta; la clásica matriarca chilena. Sin embargo, tengo una muy buena relación con ella. Mi madre y mi hija son mis principales pilares”, sentencia.
(Fuente: RompiendoElSilencio.cl)
2 comentarios:
Hola Kat,espero que hayas recibido a todo dar el nuevo año,con tu familia o con tus amistades o de repente con tu pareja solas.Dime Kat eres creyente de los rituales de año nuevo para que el proximo te vaya bien o no?.Si es asi cual es tu favorito,las monedas,las uvas,vestirte con alguna prenda amarilla.?
EN cuanto al articulo conozco casos de amigas que estan con mujeres que estando casadas y llevar una vida hetero,cruzaron la pista y ahora estan en le lado gay,algunas tienen doble vida,es decir siguen casadas con un varon,y hasta algunas dicen que a el no les importa que salgan con mujeres,otras mas decisidas dejaron su matrimonio y hoy viven con una mujer,la mayoris que decide no dejar el matrimonio lo hacen por evitar escandalos que sobre todod perjudiquen su trabajo y a sus hijos pequeños en sus escuelas.Pero hay otras que sin importar eso y contando con el apoyo de su nueva pareja hacen frente a todo.
Bueno,de todas formas sea como fuese el caso Yo siempre pense que el gay nace y no se hace,que uno no se de vuenta o no quiera aceptarlo es otra cosa,pero que yo sepa esto no consiste en que un dia te levantes y te dejaron de gustar los hombres y ahora prefieres a las mujeres, que los procesos para que uno acepte la verdad son largos y complicados puede ser,pero depende de cada una de nosotras.
Jodida
bueno....de que te pueden quitar a tu hija si en efecto.....es muy probable
el asunto es pensar en porque?... por mas que cambiemos las leyes el asunto esta en las personas que la aplican, para que se produzcan cambios se requiere de un desarrollo juridico ....no solo de charlas a un juez que conce de derechos que considera en algunos casos no nos deben ser aplicables....
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