(Por Marisol Gentile).- Prácticamente desconocidas para la mayor parte de la humanidad, incluso para los mismos músicos; omitidas totalmente por los libros y manuales de música; silenciadas por la Historia... Sin embargo, en los últimos años han sido redescubiertas a través de investigaciones recientes, que llegaron a ubicar unas 5000 compositoras, desde los tiempos más remotos de la humanidad hasta este siglo. Muchas de ellas usaron seudónimos masculinos para no ser marginadas y poder así publicar sus obras, puesto que esta práctica -muy común en el pasado- era el único recurso posible para que su música se escuchase y circulase.
Tal fue el caso , allá por el Siglo XIX, de la compositora norteamericana Carrie William Krogmann, a la que se le atribuyen más de 1000 obras diferentes bajo distintos seudónimos. Y ésto es sólo por citar un ejemplo. Otro caso insólito es el ocurrido a la compositora y estudiosa de la música norteamericana Edith Borroff, quien recibió el expreso pedido de usar un seudónimo masculino para grabar sus temas.
Jeanine Baganier, la compositora francesa de este siglo que recibió el primer Premio de Piano del Conservatorio de París ( compuso más de 60 obras para piano ), usaba el seudónimo de Freddy Anoka. La universidad de Oxford, en su momento, también prefirió a los hombres: Adelaide Louise Thomas, una pianista inglesa, aprobó todos sus exámenes para obtener su título de Bachiller en Música, pero no lo pudo recibir por ser una mujer. Eso ocurrió en el año 1893. Aunque en honor a la verdad habrá que remarcar que uno de los premios más codiciados en el mundo de la música, el de la Academia de Bellas Artes de París, fue otorgado en varias oportunidades a mujeres: Yvonne Desportes, Berthe di Vito Delvaux, Rolande Falcinelli, Nadia Boulanger, Elsa Barraine son sólo algunas de ellas.
Claro está que hubo mujeres compositoras desde siempre, en todas las épocas y las clases sociales.
La primera compositora que registra la historia se llamaba Iti, una cantante egipcia que vivió unos 2450 años antes de Cristo; entre los árabes, tenemos a Jamila, quien condujo la primera orquesta formada por 50 mujeres alrededor del año 720. Ellas solían alegrar con su música los caminos que llevaban de Medina a La Meca. Más tarde en el medioevo, muchos trovadores y juglares fueron mujeres. En la Italia del Siglo XII, Isabella; en Francia, allá por el Siglo XIV, Isabelle la Lorraine e Isabellet la Ruselle.
Otro ejemplo es el de Clara Wieck, que fue una pianista prodigio, profesora de música y compositora de probado talento desde sus precoces diez años, elogiada por Chopin. Sin embargo, no pasó a la historia por sus cualidades musicales, sino por haber sido la esposa de Robert Scumann.
Otro dato interesante nos aporta la Historia acerca de la actividad musical femenina, claro que más por motivos relacionados con la política que con la música: tres reinas compositoras fueron decapitadas, una inglesa, una escocesa y la otra francesa: Ana Bolena (1507 - 1536, esposa de Enrique VIII) y María Estuardo (1542 - 1587), ambas con un hacha; y María Antonieta, en la guillotina. Sin embargo, no fueron las únicas damas de la realeza que incursionaron en el pentagrama: también lo hicieron Eugenia Charlotte Augusta Amalia Albertina (Princesa de Suecia, 1830 - 1889); Mary Victoria Feodore Beatrice (Princesa de Battenberg ,1857 - 1944); la menor de las hijas de la reina Victoria, Margarita de Austria (1480 - 1530) y María Antonia Walpurgis (Princesa de Bavaria, 1724 - 1780).
La primera mujer que compuso una ópera fue la italiana Francesca Caccini (1581? - 1640), "la Cecchina", como la llamaban. La ópera en cuestión, que fue estrenada el 2 de febrero de 1625, tenía el nombre de "La liberazione di Ruggiero dal isola d' Alsina". Con Francesca se produce una excepción, pues fue bastante reconocida en su tiempo, y gozaba de una fama tal que estaba considerada como "la Monteverdi de Florencia".
De origen sueco fue la primer mujer en componer una sinfonía para órgano, Elfrida Andrée.
Paulatinamente y además del arte de la composición, las mujeres comenzaron a ocupar espacios que jamás habían tenido antes y dirigieron orquestas: Chiquinha Gonzaga (1847 - 1935) fue la primera en dirigir una en Brasil; Vitezslava Kapralova (1915 - 1940), checoslovaca, dirigió una orquesta con sólo 19 años; Nadia Boulanger (1887 - 1979), alumna de Gabriel Fauré y profesora de innumerables músicos como Gershwin y Piazzolla, fue la primera en dirigir un programa entero de la Orquesta de Sociedad Filarmónica de Londres (en América condujo la Orquesta Filarmónica de Nueva York); Joanidia Sodré (1903 - 1975), la primera mujer sudamericana que dirigió la Orquesta Filarmónica de Bonn.
Algunas fueron pioneras y ostentaron numerosas producciones y representaciones: Emma Steiner (1852 - 1929) dirigió más de 6000 obras, entre las cuales más de 50 fueron óperas y operetas; Miss H. A. Beach (1867 - 1944) había compuesto ya su opus 150 en 1938. Otras fueron polifacéticas, como Mary Carr Moorre (1873 - 1957), que escribió, dirigió y condujo su ópera en cuatro actos (fue la primera mujer que dirigió una orquesta de 80 hombres en la exposición de San Francisco en 1915), o la hermana Rosalina Abejo (nacida en 1922) -autora de numerosas piezas para piano, orquesta, ballet y música sacra-, quien fue la primer monja directora de una orquesta sinfónica.
Y hay muchas más, olvidadas, tenaces y sorprendentes, como la francesa Agustina Mary Holmes (1847- 1903), que además de ser muy talentosa fue bella y suntuosa, mixtura que pocos le perdonaron, y por lo cual su vida despertó aplausos pero también las críticas más rigurosas. Admirada por Wagner y Massenet, dirigió una banda cuando sólo tenía once años, y componía desde temprana edad. Y si bien en el año 1904 se le rindió un Homenaje con un monumento en su honor en el cementerio Saint Louis en Versailles, hoy pocos la recuerdan, como a tantas otras.
Y aunque la historia no se detiene a nombrarlos, hubieron miles y talentosos silencios femeninos.
(Fuente: rosariarte.com.ar)
Tal fue el caso , allá por el Siglo XIX, de la compositora norteamericana Carrie William Krogmann, a la que se le atribuyen más de 1000 obras diferentes bajo distintos seudónimos. Y ésto es sólo por citar un ejemplo. Otro caso insólito es el ocurrido a la compositora y estudiosa de la música norteamericana Edith Borroff, quien recibió el expreso pedido de usar un seudónimo masculino para grabar sus temas.
Jeanine Baganier, la compositora francesa de este siglo que recibió el primer Premio de Piano del Conservatorio de París ( compuso más de 60 obras para piano ), usaba el seudónimo de Freddy Anoka. La universidad de Oxford, en su momento, también prefirió a los hombres: Adelaide Louise Thomas, una pianista inglesa, aprobó todos sus exámenes para obtener su título de Bachiller en Música, pero no lo pudo recibir por ser una mujer. Eso ocurrió en el año 1893. Aunque en honor a la verdad habrá que remarcar que uno de los premios más codiciados en el mundo de la música, el de la Academia de Bellas Artes de París, fue otorgado en varias oportunidades a mujeres: Yvonne Desportes, Berthe di Vito Delvaux, Rolande Falcinelli, Nadia Boulanger, Elsa Barraine son sólo algunas de ellas.
Claro está que hubo mujeres compositoras desde siempre, en todas las épocas y las clases sociales.
La primera compositora que registra la historia se llamaba Iti, una cantante egipcia que vivió unos 2450 años antes de Cristo; entre los árabes, tenemos a Jamila, quien condujo la primera orquesta formada por 50 mujeres alrededor del año 720. Ellas solían alegrar con su música los caminos que llevaban de Medina a La Meca. Más tarde en el medioevo, muchos trovadores y juglares fueron mujeres. En la Italia del Siglo XII, Isabella; en Francia, allá por el Siglo XIV, Isabelle la Lorraine e Isabellet la Ruselle.
Otro ejemplo es el de Clara Wieck, que fue una pianista prodigio, profesora de música y compositora de probado talento desde sus precoces diez años, elogiada por Chopin. Sin embargo, no pasó a la historia por sus cualidades musicales, sino por haber sido la esposa de Robert Scumann.
Otro dato interesante nos aporta la Historia acerca de la actividad musical femenina, claro que más por motivos relacionados con la política que con la música: tres reinas compositoras fueron decapitadas, una inglesa, una escocesa y la otra francesa: Ana Bolena (1507 - 1536, esposa de Enrique VIII) y María Estuardo (1542 - 1587), ambas con un hacha; y María Antonieta, en la guillotina. Sin embargo, no fueron las únicas damas de la realeza que incursionaron en el pentagrama: también lo hicieron Eugenia Charlotte Augusta Amalia Albertina (Princesa de Suecia, 1830 - 1889); Mary Victoria Feodore Beatrice (Princesa de Battenberg ,1857 - 1944); la menor de las hijas de la reina Victoria, Margarita de Austria (1480 - 1530) y María Antonia Walpurgis (Princesa de Bavaria, 1724 - 1780).
La primera mujer que compuso una ópera fue la italiana Francesca Caccini (1581? - 1640), "la Cecchina", como la llamaban. La ópera en cuestión, que fue estrenada el 2 de febrero de 1625, tenía el nombre de "La liberazione di Ruggiero dal isola d' Alsina". Con Francesca se produce una excepción, pues fue bastante reconocida en su tiempo, y gozaba de una fama tal que estaba considerada como "la Monteverdi de Florencia".
De origen sueco fue la primer mujer en componer una sinfonía para órgano, Elfrida Andrée.
Paulatinamente y además del arte de la composición, las mujeres comenzaron a ocupar espacios que jamás habían tenido antes y dirigieron orquestas: Chiquinha Gonzaga (1847 - 1935) fue la primera en dirigir una en Brasil; Vitezslava Kapralova (1915 - 1940), checoslovaca, dirigió una orquesta con sólo 19 años; Nadia Boulanger (1887 - 1979), alumna de Gabriel Fauré y profesora de innumerables músicos como Gershwin y Piazzolla, fue la primera en dirigir un programa entero de la Orquesta de Sociedad Filarmónica de Londres (en América condujo la Orquesta Filarmónica de Nueva York); Joanidia Sodré (1903 - 1975), la primera mujer sudamericana que dirigió la Orquesta Filarmónica de Bonn.
Algunas fueron pioneras y ostentaron numerosas producciones y representaciones: Emma Steiner (1852 - 1929) dirigió más de 6000 obras, entre las cuales más de 50 fueron óperas y operetas; Miss H. A. Beach (1867 - 1944) había compuesto ya su opus 150 en 1938. Otras fueron polifacéticas, como Mary Carr Moorre (1873 - 1957), que escribió, dirigió y condujo su ópera en cuatro actos (fue la primera mujer que dirigió una orquesta de 80 hombres en la exposición de San Francisco en 1915), o la hermana Rosalina Abejo (nacida en 1922) -autora de numerosas piezas para piano, orquesta, ballet y música sacra-, quien fue la primer monja directora de una orquesta sinfónica.
Y hay muchas más, olvidadas, tenaces y sorprendentes, como la francesa Agustina Mary Holmes (1847- 1903), que además de ser muy talentosa fue bella y suntuosa, mixtura que pocos le perdonaron, y por lo cual su vida despertó aplausos pero también las críticas más rigurosas. Admirada por Wagner y Massenet, dirigió una banda cuando sólo tenía once años, y componía desde temprana edad. Y si bien en el año 1904 se le rindió un Homenaje con un monumento en su honor en el cementerio Saint Louis en Versailles, hoy pocos la recuerdan, como a tantas otras.
Y aunque la historia no se detiene a nombrarlos, hubieron miles y talentosos silencios femeninos.
(Fuente: rosariarte.com.ar)
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