Han existido desde siempre. Su vida sexual depende del voto de castidad. La mayoría se la ingenia para ocultar algún romance “prohibido” con otra religiosa. Claro, las relaciones lésbicas hacen parte de su vida de clausura en los conventos.
(Por Cultura Lesbiana).- La existencia de lesbianas dentro de los conventos nunca ha sido un secreto, y poco a poco va aumentando la cantidad de religiosas que abandonan el hábito para vivir libremente su sexualidad.
Ya en el año 423, San Agustín previno a su hermana monja: “El amor que sienten unas por las otras no debe ser carnal, sino espiritual, pues esos actos que son practicados por mujeres inmodestas, mismo con otras mujeres, en vergonsozos juegos, no deben ser practicados ni por mujeres casadas o rapárigas a punto de casarse, mucho menos por viúdas o castas vírgenes dedicadas por un voto sagrado como siervas de Cristo”.
En los Concilios de París y Rouen se prohibió que las monjas durmiesen juntas y se ordenó que hubiese una luz prendida en los dormitorios durante toda la noche para alejar la tentación.
A partir del siglo XIII comenzaron a establecerse reglas más estrictas, como que las hermanas no podían visitar las celdas de otras y no debían trancar sus puertas, con el fin de permitir que la abadesa tuviera el control total del establecimiento. Otra imposición era evitar relaciones especiales de amistad dentro del convento.
En el V Seminário Nacional sobre Linguagem e Ensino de Línguas participó una monja que pidió permiso del convento, alegando enfermedad en la familia.
Esta mujer describió el celibato como algo intolerable, y que muy rara es la monja que se siente realmente feliz en el convento. Ya sea porque ponen en duda su propia fe o las cuestiones bíblicas, o porque se sienten sexualmente reprimidas, lo que las hace sentir profundamente infelices.
Al terminar el acto, la monja comenzó a frecuentar algunos grupos de lesbianas y, poco a poco, dejó el convento. En la actualidad, la decisión de la iglesia Católica de prohibir a homosexuales ejercer el sacerdocio también preocupa a las monjas.
Jeannine Gramick, presidenta de la Coalición Nacional de Monjas Americanas que promueven la corriente católica Nuevas Formas Ministeriales, señaló a la revista Proceso que “Las monjas lesbianas también están preocupadas".
“El siguiente paso está claro: los líderes religiosos de la comunidad de mujeres van a aplicar los mismos criterios que en los seminarios para buscar conductas homosexuales. Preguntarle a alguien su orientación sexual es una violación a los derechos humanos”.
La hermana, que fue suspendida en su ministerio por Benedicto XVI debido a su defensa de los homosexuales, añade: “Queremos estar seguros que no se va a discriminar a nadie en los seminarios por su orientación sexual, aunque sabemos que con este Papa el futuro para los seminaristas, sacerdotes y monjas gays es desolador. Estas políticas institucionalizarán la secrecía, la mentira y la conducta insana”.
(Fuente: Anodis.com)
(Por Cultura Lesbiana).- La existencia de lesbianas dentro de los conventos nunca ha sido un secreto, y poco a poco va aumentando la cantidad de religiosas que abandonan el hábito para vivir libremente su sexualidad.
Ya en el año 423, San Agustín previno a su hermana monja: “El amor que sienten unas por las otras no debe ser carnal, sino espiritual, pues esos actos que son practicados por mujeres inmodestas, mismo con otras mujeres, en vergonsozos juegos, no deben ser practicados ni por mujeres casadas o rapárigas a punto de casarse, mucho menos por viúdas o castas vírgenes dedicadas por un voto sagrado como siervas de Cristo”.
En los Concilios de París y Rouen se prohibió que las monjas durmiesen juntas y se ordenó que hubiese una luz prendida en los dormitorios durante toda la noche para alejar la tentación.
A partir del siglo XIII comenzaron a establecerse reglas más estrictas, como que las hermanas no podían visitar las celdas de otras y no debían trancar sus puertas, con el fin de permitir que la abadesa tuviera el control total del establecimiento. Otra imposición era evitar relaciones especiales de amistad dentro del convento.
En el V Seminário Nacional sobre Linguagem e Ensino de Línguas participó una monja que pidió permiso del convento, alegando enfermedad en la familia.
Esta mujer describió el celibato como algo intolerable, y que muy rara es la monja que se siente realmente feliz en el convento. Ya sea porque ponen en duda su propia fe o las cuestiones bíblicas, o porque se sienten sexualmente reprimidas, lo que las hace sentir profundamente infelices.
Al terminar el acto, la monja comenzó a frecuentar algunos grupos de lesbianas y, poco a poco, dejó el convento. En la actualidad, la decisión de la iglesia Católica de prohibir a homosexuales ejercer el sacerdocio también preocupa a las monjas.
Jeannine Gramick, presidenta de la Coalición Nacional de Monjas Americanas que promueven la corriente católica Nuevas Formas Ministeriales, señaló a la revista Proceso que “Las monjas lesbianas también están preocupadas".
“El siguiente paso está claro: los líderes religiosos de la comunidad de mujeres van a aplicar los mismos criterios que en los seminarios para buscar conductas homosexuales. Preguntarle a alguien su orientación sexual es una violación a los derechos humanos”.
La hermana, que fue suspendida en su ministerio por Benedicto XVI debido a su defensa de los homosexuales, añade: “Queremos estar seguros que no se va a discriminar a nadie en los seminarios por su orientación sexual, aunque sabemos que con este Papa el futuro para los seminaristas, sacerdotes y monjas gays es desolador. Estas políticas institucionalizarán la secrecía, la mentira y la conducta insana”.
(Fuente: Anodis.com)
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