La imagen de Francia y de California como sociedades avanzadas, donde la homosexualidad dejó de ser tabú hace tiempo, se ha visto superada en los últimos años por la decisión de países como Holanda y España de legalizar los matrimonios entre personas del mismo sexo. En el país de la libertad, la igualdad y la fraternidad, la situación no solo resulta in- cómoda --incluso en las filas conservadoras--, sino que plantea problemas de adaptación a la realidad social. Por eso, el Gobierno de Nicolas Sarkozy busca la forma de subirse al tren de la familia moderna con un proyecto de ley para regular el estatus jurídico de los padrastros, que reconoce por primera vez en un texto legal la familia homoparental.
Hasta ahora, en Francia el único derecho jurídico reconocido a las parejas homosexuales es la unión de hecho. Igual que los heterosexuales, pueden dejar constancia legal de su convivencia firmando un documento en el ayuntamiento, pero no tienen acceso a la institución del matrimonio ni a la adopción. En cambio, no se discrimina en función de la orientación sexual a las personas que quieran adoptar en solitario, sean hombres o mujeres. Se da pues la contradicción de que se niega esta posibilidad a una pareja homosexual pero no a uno de los miembros, si realiza la petición en solitario.
VACÍO LEGAL...
Esta política no ha impedido la existencia de 30.000 familias homoparentales en Francia. Unos hogares formalmente inexistentes que se enfrentan a circunstancias similares a las de las familias recompuestas: todos los derechos y obligaciones recaen sobre la madre o el padre biológicos. El proyecto pretende poner fin a situaciones como el impedimento de los padrastros a ir a las reuniones escolares aunque se ocupen de educar a sus hijastros, o la imposibilidad de recogerlos de los centros educativos.
Regular este vacío legal es una de las prioridades de Sarkozy, padre de tres hijos y padrastro reincidente. Primero lo fue de las dos hijas de su segunda esposa, Cecilia Ciganer, y ahora lo es del hijo que Carla Bruni tuvo con el filósofo Raphael Enthoven. En Francia 1,6 millones de niños viven en familias recompuestas.
El Gobierno ha decidido aprovechar la ley, que prevé que los padrastros puedan compartir la "autoridad parental" con su pareja, para dar un primer paso hacia el reconocimiento de las parejas gais. El texto incluye explícitamente a los niños que viven "en una familia integrada por dos adultos del mismo sexo". Aunque Sarkozy se opone al matrimonio entre homosexuales, se cuenta entre los dirigentes conservadores menos reacios a equiparar los derechos de los gais. A ello hay que añadir la influencia de su mujer, que se reconoce próxima a la izquierda, aunque en ésta también hay detractores de las bodas gais.
"Se trata de tener en cuenta sobre todo el interés de los niños y permitir a las familias que lo deseen, sean o no heterosexuales, organizarse mejor", argumenta Nadine Morano, secretaria de Estado para la familia. El ala más católica del Gobierno no ha tardado en reaccionar. "Si ponemos en el mismo nivel al padre biológico y al que no lo es, se abre la puerta a la homoparentalidad", constata la secretaria de Estado de la vivienda, Christine Boutin.
RELACIÓN CON LA IGLESIA
Las asociaciones de homosexuales aplauden la decisión del presidente, aficionado a la política de la ducha escocesa con la Iglesia: por un lado seducir al Papa con su idea de la "laicidad positiva" abierta al diálogo con la religión y, por otro, incomodarla pidiendo en Naciones Unidas la despenalización de la homosexualidad.
(Fuente: elperiodicodearagon.com)
Hasta ahora, en Francia el único derecho jurídico reconocido a las parejas homosexuales es la unión de hecho. Igual que los heterosexuales, pueden dejar constancia legal de su convivencia firmando un documento en el ayuntamiento, pero no tienen acceso a la institución del matrimonio ni a la adopción. En cambio, no se discrimina en función de la orientación sexual a las personas que quieran adoptar en solitario, sean hombres o mujeres. Se da pues la contradicción de que se niega esta posibilidad a una pareja homosexual pero no a uno de los miembros, si realiza la petición en solitario.
VACÍO LEGAL...
Esta política no ha impedido la existencia de 30.000 familias homoparentales en Francia. Unos hogares formalmente inexistentes que se enfrentan a circunstancias similares a las de las familias recompuestas: todos los derechos y obligaciones recaen sobre la madre o el padre biológicos. El proyecto pretende poner fin a situaciones como el impedimento de los padrastros a ir a las reuniones escolares aunque se ocupen de educar a sus hijastros, o la imposibilidad de recogerlos de los centros educativos.
Regular este vacío legal es una de las prioridades de Sarkozy, padre de tres hijos y padrastro reincidente. Primero lo fue de las dos hijas de su segunda esposa, Cecilia Ciganer, y ahora lo es del hijo que Carla Bruni tuvo con el filósofo Raphael Enthoven. En Francia 1,6 millones de niños viven en familias recompuestas.
El Gobierno ha decidido aprovechar la ley, que prevé que los padrastros puedan compartir la "autoridad parental" con su pareja, para dar un primer paso hacia el reconocimiento de las parejas gais. El texto incluye explícitamente a los niños que viven "en una familia integrada por dos adultos del mismo sexo". Aunque Sarkozy se opone al matrimonio entre homosexuales, se cuenta entre los dirigentes conservadores menos reacios a equiparar los derechos de los gais. A ello hay que añadir la influencia de su mujer, que se reconoce próxima a la izquierda, aunque en ésta también hay detractores de las bodas gais.
"Se trata de tener en cuenta sobre todo el interés de los niños y permitir a las familias que lo deseen, sean o no heterosexuales, organizarse mejor", argumenta Nadine Morano, secretaria de Estado para la familia. El ala más católica del Gobierno no ha tardado en reaccionar. "Si ponemos en el mismo nivel al padre biológico y al que no lo es, se abre la puerta a la homoparentalidad", constata la secretaria de Estado de la vivienda, Christine Boutin.
RELACIÓN CON LA IGLESIA
Las asociaciones de homosexuales aplauden la decisión del presidente, aficionado a la política de la ducha escocesa con la Iglesia: por un lado seducir al Papa con su idea de la "laicidad positiva" abierta al diálogo con la religión y, por otro, incomodarla pidiendo en Naciones Unidas la despenalización de la homosexualidad.
(Fuente: elperiodicodearagon.com)
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