16 abril 2009

España: Cariño, yo te cedo el óvulo y tú pon el útero

Parejas lesbianas comparten sus gametos para que ambas mujeres participen activamente de la maternidad. La maternidad lesbiana es la parte más visible del denominado homo 'baby boom'.

Tres parejas lesbianas serán las primeras españolas en gestar hijos mediante una novedosa aplicación de las técnicas de reproducción asistida. El procedimiento, que ya ha sido bautizado como ROPA, acrónimo de Recepción de Óvulos de la Pareja, es básicamente una fecundación 'in vitro'. Nada médicamente nuevo, aunque socialmente representa una revolución. Dos mujeres se 'unen' para concebir un hijo: una pone el óvulo y la otra el útero. El primero se insemina con esperma de un donante anónimo y el embrión resultante se transfiere a la matriz de la segunda, que llevará adelante la gestación.

En los próximos meses nacerán los primeros bebés ROPA en Barcelona gracias a la intervención del Instituto de Reproducción Cefer, un centro que está en contacto con otra decena de parejas interesadas. Pronto le seguirán otras clínicas, ya que la Comisión Nacional de Reproducción Asistida, un órgano consultivo dependiente del Ministerio de Sanidad, dio el pasado diciembre su beneplácito al procedimiento. Desde que se legalizó el matrimonio homosexual en 2005, la paternidad gay ha experimentado un 'boom'.

La irrupción del método ROPA en las clínicas de reproducción asistida para que las parejas lesbianas procreen hijos puede generar polémica. Ocurre con cada innovación en este campo. De hecho, la demanda para este tipo de tratamiento no es nueva. El Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI) ha recibido solicitudes en los últimos años pero no ha sido hasta ahora, tras el pronunciamiento de la Comisión Nacional de Reproducción Asistida, cuando se plantea llevarlo a cabo.

«Legalmente no se contempla esta posibilidad y se contradice con otras normas, ya que se entiende que la donación de óvulos debe ser anónima y en este caso no sucede. Habrá que solicitar autorización a la administración sanitaria regional», opina Agustín Ballesteros, director de IVI Barcelona.

Su colega Simón Marina, director del Instituto de Reproducción Cefer, también en Barcelona, y Bonaventura Coroleu, presidente de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF), discrepan de esta interpretación de la normativa. «No apreciamos que sea ilegal. Y no sólo por el pronunciamiento de la Comisión. Hasta 2005 estaba poco claro, pero a partir de entonces, al equipararse los derechos del matrimonio homosexual con el heterosexual no se puede considerar donación, sino que un miembro de la pareja comparte sus gametos con el otro, lo mismo que ocurre cuando el marido cede su esperma a la mujer», subraya Marina.

Es esta 'lectura' la que ha permitido que tres mujeres tratadas en Cefer ya porten en sus úteros los embriones creados a partir del óvulo de su pareja y el semen de un donante. «La razón es favorecer una mayor participación de los dos miembros de la pareja, que la otra no sea una simple acompañante. Así, ambas tendrán derechos y obligaciones sobre ese bebé», explica su director.

DEMANDA CRECIENTE
El método ROPA es aún poco conocido, pero los centros de medicina reproductiva creen que cuando se den a conocer los primeros casos aumentará la demanda. Eso sí, siempre que las parejas puedan afrontar el desembolso de unos 4.000 euros, el precio de esta intervención.

Las lesbianas constituyen una parte cada vez más importante de la clientela de las clínicas de fertilidad. Y es que la reproducción asistida es actualmente una de las vías preferentes para crear una familia homoparental. Se desconoce el número exacto de mujeres homosexuales que recurren a ella, pero se sospecha que es alto.

Así lo indican, al menos de forma indirecta, algunos datos. El 2,7% de las féminas que se quedan embarazadas en España gracias a la aplicación de estas técnicas no tiene pareja y en algunas clínicas se ha constatado que el número de solteras se ha multiplicado por cinco en los últimos años.

El método más popular es la inseminación artificial. En primer lugar, porque la primera ley de reproducción asistida, promulgada en 1988, reconoció la posibilidad de que la mujer optara en solitario a este tratamiento para ser madre, aunque ya antes algunos centros lo utilizaban porque, como señala Marina, «estaba permitido que una soltera adoptara hijos».

La demanda se disparó tras la nueva ley de 2006, que reconoce explícitamente la aplicación de este procedimiento en parejas lesbianas y el hecho de que las dos miembros figuren como progenitoras en el libro de familia si están casadas. Este cambio ha propiciado, además, el turismo reproductivo de parejas gays procedentes de países como Italia, donde esta opción es ilegal, o de Reino Unido y Suecia, donde la cifra de donantes de esperma ha caído después de que se decidiera que su identidad dejaba de ser anónima.

El registro de la SEF, al que aportan datos 130 centros de fertilidad españoles, anotó en 2006 un total de 5.790 ciclos de inseminación con esperma de donante. En el IVI de Barcelona, el 40% de las muestras de semen que se solicitan es para mujeres sin pareja. Aunque no se pregunta la orientación sexual de las pacientes, se sabe que muchas son lesbianas.

El coste del tratamiento ronda los 1.000 euros en los centros privados. Desde 2006 las lesbianas pueden acudir en igualdad de condiciones a los hospitales de la red pública a solicitar una inseminación. Pero ello significa que afrontan, también en igualdad, las largas listas de espera de estos servicios. La mayoría acaba optando por abonar este precio.

CREAR FAMILIAS
La maternidad lesbiana es la parte más visible del denominado homo 'baby boom', un fenómeno propiciado por los progresivos cambios legales ocurridos en los últimos años. Éstos han sido fundamentales para que las parejas homosexuales se decidan a tener hijos. «Se han derribado las barreras. Ahora tenemos el mismo reconocimiento que cualquier otra familia», destaca María José Ariza, vicepresidenta de la Asociación de Familias Lesbianas y Gays y madre, junto con su pareja, de dos hijos, de cuatro años y 10 meses, gracias a la inseminación artificial. A esta organización, con sede en Cataluña, están adscritas alrededor de 300 familias homoparentales.

El número exacto de hogares con dos papás o dos mamás se ignora. El censo de 2001 recogía el dato de 3.000 menores que residían con parejas homosexuales. Eso antes de que se legalizaran las uniones entre personas del mismo sexo.

Otros datos muestran que la paternidad gay es una realidad social emergente. Ariza afirma que sólo en su asociación se ha notado «un crecimiento exponencial anual» en el ritmo de adscripciones. Se han creado nuevas asociaciones de progenitores homosexuales en Madrid, Valencia y el País Vasco, y en Andalucía se está constituyendo otra. El año pasado asistieron 500 personas, entre niños y mayores, a la segunda edición de un encuentro de familias homoparentales que se celebró en Tarragona.

«Siempre ha habido hijos en estas parejas; lo que ha cambiado es que ahora la paternidad ha entrado a formar parte de los recorridos vitales disponibles de los homosexuales», puntualiza José Ignacio Pichardo, profesor de Antropología Social de la Universidad Complutense de Madrid.

Pichardo publicará proximamente el resultado de su tesis doctoral sobre familias homosexuales, basada en las entrevistas realizadas a 275 gays con o sin hijos. Su trabajo constata un cambio de mentalidad. «Los de mayor edad descartaban tener hijos, pero la gente joven, o ya los tiene o desea tenerlos. En su horizonte vital se incluye la paternidad», explica.

Un estudio publicado en 2003 en la revista 'Human Reproduction' certificó la motivación de las lesbianas a la hora de formar una familia. El análisis comparó a un centenar de homoprogenitores con otro de parejas tradicionales y concluyó que las gays mostraban un deseo mayor de ser madres y meditaban mucho más su decisión.

Las clínicas acreditan este instinto maternal: hay parejas que han repetido el tratamiento para que sus dos miembros 'vivieran' el embarazo o para crear familias numerosas. En estos casos, se suele facilitar la posibilidad de repetir el mismo donante para que los hermanos compartan lazos genéticos.

Otros estudios han desterrado el miedo de muchas parejas a que sus hijos fueran discriminados por la orientación sexual de sus padres o a que pudieran ver alterado su desarrollo. Ariza afirma que la experiencia de las familias homoparentales apuntala estos resultados: «Nuestros hijos son felices, no están discriminados ni van al psicólogo». Para visualizar esta realidad, la Asociación de Familias Lesbianas y Gays ha elaborado el documental 'Homo Baby Boom', que recoge la vida cotidiana de seis padres con sus retoños.

Una vez superados los mitos, llega la hora de la verdad: ¿Cómo puedo crear mi familia? Las entrevistas realizadas por Pichardo desvelan de qué manera han ido surgiendo muchas de ellas: a partir de los hijos que alguno de los miembros de la pareja aportaba de una relación heterosexual previa, o tras consentir un coito heterosexual con el mero fin de tener descendencia, o con hijos gestados a partir de inseminaciones caseras (la mujer se inyecta semen obtenido de la masturbación de un varón).

La reproducción asistida allanó el camino a las lesbianas, pero para las parejas gays masculinas las opciones se reducen. La principal salida es la adopción, pero la internacional, mayoritaria entre las parejas heterosexuales, les está prácticamente vedada. En cuanto a la nacional, está reconocida para los solteros y, desde 2005, también para las parejas homosexuales. Pero se trata de un proceso lento, laborioso y que, en ocasiones, se retrasa para la pareja gay en función del color político de la comunidad autónoma.

¿Y ELLOS QUÉ?
Son las razones por las cuales los homosexuales masculinos han buscado otra alternativa: la gestación subrogada, más conocida como útero de alquiler. Este procedimiento, legal en algunos países, no se admite en España, aunque la SEF y los colectivos homosexuales consideran que debería regularse su aplicación.

Es la salida por la que optaron Juan y su marido, una pareja residente en la Comunidad Valenciana que tenía la sensación de que se le estaba 'pasando el arroz'. Llevaban años en la lista de espera de adopción. Sólo les ofrecieron acoger a una niña enferma de sida. «No nos vimos capaces, aunque luego nos arrepentimos», dice Juan.

Finalmente, optaron por viajar a La Jolla, en California (Estados Unidos), para intentar una gestación subrogada. «Teníamos la referencia de unos familiares, una pareja heterosexual, que tuvo un hijo por este procedimiento», explica. Sus mellizos están a punto de cumplir seis meses y estos orgullosos papás son la primera pareja masculina cuyos dos miembros figuran como progenitores en el momento de inscribir a sus hijos en el registro español.

Antes que ellos, otros matrimonios gays españoles acudieron a un vientre 'solidario,' pero sólo uno de sus miembros, el donante del semen, se inscribió como padre. El otro tuvo que solicitar la adopción para ser reconocido como segundo papá. Juan y Pedro lo consiguieron tras plantear un pleito a la Dirección General del Registro y del Notariado española. Lo ganaron porque un juez de Estados Unidos reconoció a los mellizos como hijos de ambos. Ya tienen en sus manos el libro de familia.

Su caso abre la puerta a que más parejas viajen a California para conseguir la doble inscripción registral. El matrimonio valenciano mantiene contacto a través de internet con otras 18 que han seguido el camino de la emigración reproductiva. No todas podrán permitírselo: Juan y Pedro se gastaron cerca de 180.000 euros en su empeño familiar.

EL ENTORNO HOMOPARENTAL, TAN PROPICIO O MÁS
¿Tienen los niños que se crían en familias homoparentales más problemas que los que se desarrollan junto a papá y mamá? «Las investigación confirma que el tipo de estructura familiar no influye en el desarrollo del menor y que éste depende del nivel de estimulación, de apoyo social y de afecto que reciba», señala Alfredo Oliva, profesor del departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Sevilla. Eso es, al menos, lo que ha encontrado un estudio llevado a cabo en esta Universidad, junto con la del País Vasco y con el asesoramiento de la de Cambridge (Reino Unido). Tras visitar y entrevistar a más de 200 familias españolas de seis tipos: tradicional, monoparental, reconstituida (segundas parejas con hijos), homoparental, múltiple (con mellizos o trillizos) y adoptiva, Oliva asegura que no observaron diferencias entre un tipo y otro y que las homoparentales «son buenos contextos de desarrollo». Lo cierto es que los progenitores homosexuales puntuaron un poco más alto que el resto de familias en la calidad del contexto y el nivel de ajuste de los menores. Esta ventaja se asoció al mayor nivel educativo y socioeconómico que tenían estos padres. La estructura peor parada fue la reconstituida. «Los que asumen su homosexualidad suelen ser valientes, resistentes y socialmente competentes. Son un buen modelo para criar niños», dice Oliva.

(Fuente: elmundo.es)

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