Una joven que vive una vida sexualmente activa con su pareja de muchos años intentó donar sangre en el banco de sangre de la Cruz Roja. Ella no pudo donar, la razón: su pareja era otra mujer. Con prueba de VIH en mano, la respuesta siguió siendo negativa. La joven, cuyo nombre verdadero se ha mantenido en la confidencialidad, se acercó a Diario El Mundo a contar su historia. Lo que abrió una investigación al respecto.
Por: Teresa Andrade
Por: Teresa Andrade
Domingo 10 Agosto 2008
Vanessa reposa en una silla del banco de sangre de la Cruz Roja. Mueve su pierna con nerviosismo, la espera es corta pero la idea de una aguja introduciéndose en sus venas no le agrada mucho, le teme a las agujas. Sin embargo, a su lado está su motivación para esa donación altruista: Angélica, su amiga, su confidente, su amante, su pareja.
Se conocieron en el colegio, cuando apenas la pubertad llegó a moverles el mundo y todo en lo que creían. Con el tiempo, encontraron muchas diferencias entre ellas y el resto de sus compañeras, su preferencia sexual era diferente. Mientras las demás adolescentes añoraban un novio y seguían a los muchachos de los colegios cercanos, ellas disfrutaban más la compañía entre niñas. Inevitablemente, se enamoraron.
Muchos años habían transcurrido y ese día, habían asistido al banco de sangre de la Cruz Roja porque la abuelita de Angélica yacía en un hospital nacional, esperando una operación en su estómago, que le salvaría la vida. Angélica no alcanzaba el peso necesario para donar y sus parientes cercanos estaban en Estados Unidos. La abuelita estaba a cargo de ella, de inmediato pensó en Vanessa y en un primo. “Menos mal que solo dos necesitábamos”, dice Vanessa.
El procedimiento en el banco de sangre es sencillo: “das el Dui, esperas un ratito y luego te llaman a una entrevista personal sobre tu vida y tus conductas sexuales. Si pasas, te toman el peso, la presión y te miden la hemoglobina. Después pasas a la sala donde te sacan la sangre, media hora después estás lista”, explica Vanessa, quien antes de esa ocasión había donado unas dos veces. Ya tenía experiencia en el asunto, sin embargo el miedo y el nerviosismo no los había podido controlar nunca.
Hicieron pasar a Vanessa a una sala, una especie de consultorio donde la entrevista se lleva a cabo. Para los especialistas del banco de sangre, este es el primer filtro para obtener sangre segura.
Al poco tiempo, se abre la puerta, el rostro de Vanessa se ve descontrolado, azota la puerta y sin decir nada sale del banco de sangre. Unas lágrimas se dibujan en sus ojos. Angélica sale tras ella. “No me dejaron donar, por ser lesbiana. Nunca más podré hacerlo, me registraron como persona riesgosa”, le dijo entre sollozos. Ella la abrazó.
La entrevista
“¿Ha tenido relaciones sexuales con personas de su mismo sexo?”, rezaba la pregunta que le hizo la doctora en el banco de sangre. Vanessa sintió un consquilleo en su estómago, sabía que la entrevista era la parte más importante de todo el proceso y no debía mentir. “Sí”, contestó tajante. “Bueno, debido a esa relación sexual riesgosa, usted no podrá donar nunca más ni aquí, ni en ningún otro banco de sangre”, enfatizó la doctora.
Vanessa salió de inmediato de aquel lugar. “Para mí fue discriminación, ni me preguntaron si me protegía o no, o si tenía pareja estable. Ella no me dejó decir nada”, cuenta la joven consternada.
En pasadas ocasiones, cuando Vanessa se acercó, como donante voluntario altruista al banco de sangre de la Cruz Roja, esa pregunta no existía en el formulario. “Sentí feo porque a mí siempre me ha gustado donar, de hecho fue lo primero que hice al cumplir los 18 años. Y ahora, simplemente ya no puedo”, lamenta la joven.
El sistema del banco de sangre se basa en tres criterios: los aptos para donar, los no aptos y los temporales. Todos se determinan a partir de la entrevista. “Lo que se busca son personas saludables”, expresa Frida Candray encargada del banco de sangre de la Cruz Roja. Los no aptos son las personas que poseen piercing, tatuajes, homosexuales o alguna enfermedad, explicó la especialista.
“Yo he conocido muchos que donan siendo homosexuales, con piercing o con tatuajes, lo que pasa es que no lo dicen en la entrevista”, comenta Vanessa. Y es que según explicó Candray la entrevista tiene que ser lo más sincera posible para lograr mejores resultados de la sangre.
A pesar del revés que sufrió Vanessa, no pudo quedarse de brazos cruzados. Se hizo una prueba de VIH e intentaría donar con prueba en mano. “No me pueden decir que no”, pensó.
Sangre rechazada
Esta vez se encontraba sola, atendió el llamado que hizo la Cruz Roja antes de las vacaciones de agosto. Leyó en el periódico sobre el desabastecimiento de sangre en los bancos. “La necesitan, llevo mi prueba negativa, no me pueden decir que no”, pensó la donante.
Nuevamente la llamaron a la entrevista. La doctora en turno introdujo los datos en una computadora, número de Dui y nombre bastaron: “Rechazada”, mostraba la computadora en letras rojas. La doctora no entendió, desplegó la ventana y la respuesta era sencilla “mantiene relaciones sexuales con mujeres, eso me dijo”, explica Vanessa.
A pesar de leerlo en la computadora, la doctora repreguntó: “¿Ha tenido relaciones sexuales con mujeres?” y Vanessa contestó tajante: “Sí, soy lesbiana”.
Por segunda ocasión la respuesta fue la misma: “Nunca más”.
Vanessa sintió esa punzada en el estómago de nuevo, sacó su prueba de VIH que rezaba “No reactivo”. La mostró a la doctora y sin más le dijo: “Sí está bien, pero eso no me dice nada, no se puede, la computadora la rechaza y no puedo aceptarla”.
En un intento desesperado le explicó que llevaba muchos años de relación con su pareja, sin embargo la doctora le refutó “eso no hace constar que su pareja le es fiel. Los homosexuales son infieles por naturaleza, no puedo y no puedo. Todo está en la normativa que nos rige a nosotros”, fueron sus últimas palabras.
¿y la normativa?
Vanessa dentro de su indignación llamó a SIDA TEL para mayor información sobre la normativa y contactó con Diario El Mundo para dar luz a este caso. En dicho call center de ayuda sobre el VIH, Vanessa expuso su caso, le ofrecieron una disculpa y le aseguraron que tal normativa no existe. Al contactar a ese mismo número aseguraron que “no existe una normativa que diga que un voluntario no done sangre, por eso se hacen las pruebas. No tiene nada que ver la preferencia sexual con la disposición de donar sangre”.
Por otra parte, aseguraron que en la ley de VIH tampoco se habla al respecto; sin embargo, dota de poder a los doctores del banco de sangre para hacer sus propias investigaciones y descartar a un donante o no.
“Todavía hay tabúes y rechazo a los homosexuales, ahora ya sabemos que no solo ellos pueden tener el virus. Es una evidente discriminación la que se está haciendo”, aseguró la operadora de turno, quien es especialista en la temática de VIH.
(Fuente: elmundo.com.sv)
Vanessa reposa en una silla del banco de sangre de la Cruz Roja. Mueve su pierna con nerviosismo, la espera es corta pero la idea de una aguja introduciéndose en sus venas no le agrada mucho, le teme a las agujas. Sin embargo, a su lado está su motivación para esa donación altruista: Angélica, su amiga, su confidente, su amante, su pareja.
Se conocieron en el colegio, cuando apenas la pubertad llegó a moverles el mundo y todo en lo que creían. Con el tiempo, encontraron muchas diferencias entre ellas y el resto de sus compañeras, su preferencia sexual era diferente. Mientras las demás adolescentes añoraban un novio y seguían a los muchachos de los colegios cercanos, ellas disfrutaban más la compañía entre niñas. Inevitablemente, se enamoraron.
Muchos años habían transcurrido y ese día, habían asistido al banco de sangre de la Cruz Roja porque la abuelita de Angélica yacía en un hospital nacional, esperando una operación en su estómago, que le salvaría la vida. Angélica no alcanzaba el peso necesario para donar y sus parientes cercanos estaban en Estados Unidos. La abuelita estaba a cargo de ella, de inmediato pensó en Vanessa y en un primo. “Menos mal que solo dos necesitábamos”, dice Vanessa.
El procedimiento en el banco de sangre es sencillo: “das el Dui, esperas un ratito y luego te llaman a una entrevista personal sobre tu vida y tus conductas sexuales. Si pasas, te toman el peso, la presión y te miden la hemoglobina. Después pasas a la sala donde te sacan la sangre, media hora después estás lista”, explica Vanessa, quien antes de esa ocasión había donado unas dos veces. Ya tenía experiencia en el asunto, sin embargo el miedo y el nerviosismo no los había podido controlar nunca.
Hicieron pasar a Vanessa a una sala, una especie de consultorio donde la entrevista se lleva a cabo. Para los especialistas del banco de sangre, este es el primer filtro para obtener sangre segura.
Al poco tiempo, se abre la puerta, el rostro de Vanessa se ve descontrolado, azota la puerta y sin decir nada sale del banco de sangre. Unas lágrimas se dibujan en sus ojos. Angélica sale tras ella. “No me dejaron donar, por ser lesbiana. Nunca más podré hacerlo, me registraron como persona riesgosa”, le dijo entre sollozos. Ella la abrazó.
La entrevista
“¿Ha tenido relaciones sexuales con personas de su mismo sexo?”, rezaba la pregunta que le hizo la doctora en el banco de sangre. Vanessa sintió un consquilleo en su estómago, sabía que la entrevista era la parte más importante de todo el proceso y no debía mentir. “Sí”, contestó tajante. “Bueno, debido a esa relación sexual riesgosa, usted no podrá donar nunca más ni aquí, ni en ningún otro banco de sangre”, enfatizó la doctora.
Vanessa salió de inmediato de aquel lugar. “Para mí fue discriminación, ni me preguntaron si me protegía o no, o si tenía pareja estable. Ella no me dejó decir nada”, cuenta la joven consternada.
En pasadas ocasiones, cuando Vanessa se acercó, como donante voluntario altruista al banco de sangre de la Cruz Roja, esa pregunta no existía en el formulario. “Sentí feo porque a mí siempre me ha gustado donar, de hecho fue lo primero que hice al cumplir los 18 años. Y ahora, simplemente ya no puedo”, lamenta la joven.
El sistema del banco de sangre se basa en tres criterios: los aptos para donar, los no aptos y los temporales. Todos se determinan a partir de la entrevista. “Lo que se busca son personas saludables”, expresa Frida Candray encargada del banco de sangre de la Cruz Roja. Los no aptos son las personas que poseen piercing, tatuajes, homosexuales o alguna enfermedad, explicó la especialista.
“Yo he conocido muchos que donan siendo homosexuales, con piercing o con tatuajes, lo que pasa es que no lo dicen en la entrevista”, comenta Vanessa. Y es que según explicó Candray la entrevista tiene que ser lo más sincera posible para lograr mejores resultados de la sangre.
A pesar del revés que sufrió Vanessa, no pudo quedarse de brazos cruzados. Se hizo una prueba de VIH e intentaría donar con prueba en mano. “No me pueden decir que no”, pensó.
Sangre rechazada
Esta vez se encontraba sola, atendió el llamado que hizo la Cruz Roja antes de las vacaciones de agosto. Leyó en el periódico sobre el desabastecimiento de sangre en los bancos. “La necesitan, llevo mi prueba negativa, no me pueden decir que no”, pensó la donante.
Nuevamente la llamaron a la entrevista. La doctora en turno introdujo los datos en una computadora, número de Dui y nombre bastaron: “Rechazada”, mostraba la computadora en letras rojas. La doctora no entendió, desplegó la ventana y la respuesta era sencilla “mantiene relaciones sexuales con mujeres, eso me dijo”, explica Vanessa.
A pesar de leerlo en la computadora, la doctora repreguntó: “¿Ha tenido relaciones sexuales con mujeres?” y Vanessa contestó tajante: “Sí, soy lesbiana”.
Por segunda ocasión la respuesta fue la misma: “Nunca más”.
Vanessa sintió esa punzada en el estómago de nuevo, sacó su prueba de VIH que rezaba “No reactivo”. La mostró a la doctora y sin más le dijo: “Sí está bien, pero eso no me dice nada, no se puede, la computadora la rechaza y no puedo aceptarla”.
En un intento desesperado le explicó que llevaba muchos años de relación con su pareja, sin embargo la doctora le refutó “eso no hace constar que su pareja le es fiel. Los homosexuales son infieles por naturaleza, no puedo y no puedo. Todo está en la normativa que nos rige a nosotros”, fueron sus últimas palabras.
¿y la normativa?
Vanessa dentro de su indignación llamó a SIDA TEL para mayor información sobre la normativa y contactó con Diario El Mundo para dar luz a este caso. En dicho call center de ayuda sobre el VIH, Vanessa expuso su caso, le ofrecieron una disculpa y le aseguraron que tal normativa no existe. Al contactar a ese mismo número aseguraron que “no existe una normativa que diga que un voluntario no done sangre, por eso se hacen las pruebas. No tiene nada que ver la preferencia sexual con la disposición de donar sangre”.
Por otra parte, aseguraron que en la ley de VIH tampoco se habla al respecto; sin embargo, dota de poder a los doctores del banco de sangre para hacer sus propias investigaciones y descartar a un donante o no.
“Todavía hay tabúes y rechazo a los homosexuales, ahora ya sabemos que no solo ellos pueden tener el virus. Es una evidente discriminación la que se está haciendo”, aseguró la operadora de turno, quien es especialista en la temática de VIH.
(Fuente: elmundo.com.sv)
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