03 noviembre 2008

A propósito de la homosexualidad en la escuela...

La Dra. Susana Frisancho, psicóloga y profesora del Departamento de Psicología de la PUCP, escribió un artículo interesante en su blog sobre las múltiples interrogantes sobre la homosexualidad en la escuela. Aquí el artículo:

El otro día se me acercaron dos profesoras a hacerme una consulta que ya me han hecho muchísimas otras veces, ya sean estudiantes de pedagogía o docentes en ejercicio, y que toma una u otra forma de expresión según por donde vayan las dudas o preocupaciones de cada quien. La pregunta esta vez fué la siguiente:

¿Cómo hacemos para ayudar a un niño que tiene dos mamás? ¿Un niño que tiene una familia disfuncional con dos lesbianas... para que no se traume?

Pero también podría haber sido cualquiera de estas otras, que son preguntas que me han hecho en el pasado:

¿Cómo podemos ayudar a un chico que parece homosexual para que deje de serlo y se desarrolle bien?

¿Cómo hacemos para evitar traumas a un niño que tiene un papá homosexual? ¿Cómo va a desarrollar su masculinidad?

¿Cómo se puede identificar a un profesor homosexual para no permitirle entrar a un colegio y así proteger a los estudiantes? No vaya a ser pedófilo...

Todo esto además preguntado a media voz, con temor y casi con culpa...

La verdad es que se trata de un tema álgido para el que -estoy convencida- el sistema educativo peruano no está ni remotamente preparado. Ya Carola Flores en un comentario a este post señalaba que en uno de los textos que el Ministerio de Educación reparte en las escuelas aparece un cuadro sobre los cambios en la adolescencia que les dice a los estudiantes (al hablarles de sus sentimientos) que: "Si eres varón sentirás atracción por una mujer y, si eres mujer por un varón", lo que evidencia la negación absoluta que se hace en la escuela de otras tendencias sexuales, otras atracciones y finalmente, otras identidades.

Pero quiero analizar el asunto desde varias aristas. Voy a empezar por la pregunta final, el tema de la homosexualidad y la pedofilia, pues es uno de los errores más comunes el confundir (o asociar) ambos términos como si se tratara de lo mismo, cuando en realidad son dos cosas completamente distintas, siendo una patológica (la pedofilia -una parafilia-) y la otra no. No quiero ahondar aquí en el tema pues la bibliografía es abundante y cada quien puede buscarla si desea. A los interesados en discriminar bien estos conceptos les recomiendo leer el DSM IV (TR) 2000 y las sucesivas revisiones (este texto -es un manual de convenciones- se revisa, actualiza y cambia frecuentemente). Allí verán que una cosa tiene que ver con la orientación sexual (no necesariamente patológica) y la otra con un transtorno de la elección del objeto sexual, lo que sí se considera patológico, especialmente en el caso de la pedofilia. Y no se debe confundir tampoco al llamado transtorno de la identidad de género (que aparece en el DSM IV) con la homosexualidad, que no implica a veces ningún transtorno de identidad y que en muchos casos no se considera problemática. En otras palabras: hay pedófilos tanto homosexuales como heterosexuales, así como hay homosexuales y heterosexuales que no son pedófilos. Una cosa no tiene absolutamente nada que ver con la otra y es un prejuicio desinformado hacer la conexión o tomarlas como sinónimos (incluso me parece a mi que la mayoría de casos de pedofilia reportados al interior de los colegios en el Perú han tenido como protagonistas a profesores heterosexuales, usualmente hombres que abusaban de niñas. Habría que comprobar este dato con cifras a ver si esta percepción es verdadera).


Respecto a la preocupación de que el niño sufra algún tipo de transtorno por estar en contacto con un padre, una madre, u otro pariente homosexual, creo yo que se trata de un temor completamente infundado aunque lamentablemente muy común, el que responde más a la creencia que la homosexualidad es una desviación que debe ser combatida (y no una manera distinta -igual de válida- de vivir la vida) que a algún dato riguroso proveniente de la investigación. En mi experiencia, no he encontrado ninguna prueba fehaciente y confiable de que los niños que han sido criados por parejas homosexuales (hay experiencias en otros países) tengan alguna alteración significativa en el desarrollo, comparándolos con niños criados en familias heterosexuales. No hay nada en la literatura psicológica que demuestre esto (debo decir que muchos de los artículos que he leido y que intentan apoyar la idea de que ser criado por homosexuales es nocivo no son trabajos serios de investigación sino declaraciones de las ideas del autor, las que no demuestran absolutamente nada más que su propia postura). Y esto es razonable por lo siguiente: si uno se sacude un poco los prejuicios, podría ver que existen parejas homosexuales armónicamente constituídas, sólidas, capaces de proveer de estabilidad y afecto a un niño y de darle un ambiente saludable para crecer de mucho mejor manera que una pareja heterosexual en la que -por ejemplo- hay violencia familiar, abuso de alcohol u otras sustancias, o donde los padres son irresponsables y descuidan a sus hijos. Además, el miedo a que un niño no desarrolle su masculinidad por estar en contacto con homosexuales no tiene sentido en primer lugar porque hay homosexuales masculinos que no tienen ningún transtorno de la identidad del género y que por lo tanto se sienten y desean seguir siendo hombres (lo mismo se aplica en el caso de las lesbianas), y en segundo lugar, porque los niños no viven aislados ni solo con una o dos personas sino que están en contacto con múltiples y diferentes modelos (en la TV, la escuela, la calle, etc.) y por lo tanto tienen oportunidad de ver diferentes expresiones y orientaciones sexuales, lo que es desde mi punto de vista una buena manera de experimentar la diversidad. Sobre este punto: que una familia sea buena o mala para un niño no pasa por la orientación sexual de los padres sino por muchas otras variables (estabilidad emocional, estructura cognitiva, sistema valorativo, capacidad de empatía, etc. etc. etc.) que son compartidas por personas tanto homosexuales como heterosexuales. Y aquí rechazo la idea que aparece en la primera pregunta, pues es un error pensar que las familias compuestas por una pareja homosexual son ya, por este simple hecho, disfuncionales. La disfuncionalidad puede aparecer en cualquier tipo de familia.

Un aspecto complejo en todo esto es que efectivamente hay muchas personas - docentes y psicólogos entre ellas- que están convencidas de que la homosexualidad es daniña y debe corregirse. Por sus creencias religiosas o por alguna otra razón, estas personas se resisten a reconocer a la homosexualidad como una manera válida y respetable de vivir la vida y reclaman su derecho a expresar estas opiniones y puntos de vista (aludiendo para ello a su derecho a la libertad de expresión), lo que desde mi punto de vista resulta altamente problemático cuando se hace en un contexto educativo. Y es problemático no porque el tema en sí lo sea sino porque la escuela es un lugar esencial en el que las personas forman sus identidades, y un discurso negador de identidades diferentes (o abiertamente crítico o avasallador de ellas) es un discurso que no ayuda a cumplir con esta tarea fundamental del sistema educativo, sino todo lo contrario. Aquí pueden haber al menos dos posturas: una, la de quienes piensan que aquellos profesores cuyas creencias religiosas (u de otro tipo) les impiden reconocer, aceptar y respetar la identidad de gays y lesbianas y tener un discurso abierto no opresivo sobre ellos, deberían abstenerse de expresar sus ideas en ambientes educativos precisamente porque con ellas atentan contra una de las funciones más importantes de la educación, y contra el reconocimiento al que todo ser humano tiene derecho; la otra, la de los que creen que en una democracia las escuelas deben ser espacios de debate abierto y que por lo tanto los que asumen que la homosexualidad es repugnante o una muestra de pecado tienen derecho a expresar estas ideas abiertamente en cualquier espacio público, incluyendo la escuela.

Como se ve, el tema es muy complejo y es una pena que nuestro sistema educativo esté tan de espaldas a él. Es un tema polémico y sé que mucha gente no estará de acuerdo con las ideas que expongo. Pero las dejo allí, como para que los profesores, que tanto impacto tienen en la vida de niños y jóvenes, vayan reflexionando... ¿Qué hará un profesor con ideas negativas sobre la homosexualidad si tiene un alumno gay en el aula? ¿Y un tutor? ¿Lo rechazará y le hará sentir que hay algo mal en ella o él? ¿Ignorará que existe? ¿Cómo puede acogerlo y reconocerlo si tiene creencias tan negativas sobre su identidad?

En relación al último punto de este post, yo recomiendo mucho este artículo:

Applebaum, B. (2003). Social Justice, Democratic Education and the Silencing of Words that Wound. Journal of Moral Education, 32, 2, 151-162

(Fuente: Blog de Susana Frisancho - PUCP)

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