Maria Anna Walburga Ignatia, conocida como Nannerl, era la hermana mayor de Amadeus. Tenía tanto talento para la interpretación del piano y para la composición como su hermano, pero tuvo la mala suerte de ser mujer en una época en que estaba muy mal visto que las mujeres fueran intelectuales y creadoras, y fue olvidada por los libros de Historia de la Música.
Amadeus estaba muy unido a su hermana y escribió varias obras en su honor: la Sonata en Re mayor K.251 de 1776, el Capricio K.395/300g de 1778, el Preludio y Fuga K.394/383a y quizás alguna otra.
Se dice, incluso, que el hermano pequeño llegó a interpretar en público alguna de las obras compuestas por su hermana... la cuestión es que él ha pasado a la Historia como uno de los mejores compositores y de su hermana prácticamente no se sabe nada, y éste no es el único caso.
En el libro titulado "Nannerl, la hermana de Mozart", escrito por Rita Charbonnier, que ha sido editado en el año 2006 por la editorial Edhasa, la autora, tras un exhaustivo trabajo de investigación, se atreve a insinuar que quizás Nannerl jugó un papel esencial en la composición de algunas de las obras más famosas de su hermano.
SU HISTORIA
La hermana de Mozart llamada cariñosamente "Nannerl", bautizada en su ciudad natal Salzburgo el 30 de julio de 1751 con los nombres Maria Anna Walburga Ignatia, fue el cuarto de los hijos, la mayor de los supervivientes, del matrimonio Leopold y Anna Maria Mozart. A la hija, con notable talento para el piano y también para la composición, Mozart padre le otorgó la misma educación que a su hijo; la presentó en el gran mundo en idéntica medida que a Amadeus, hasta que, para favorecerle, cedió el paso a su hermano. En 1759 Leopold compila el "Libro de Música de Nannerl", que se convirtió también en libro de estudio del hermano (primera edición: Munich, 1956, editado por Erich Valentin). Sumamente instructivas son tanto las candorosas notas de viaje (1763/66) de la hija Mozart como también las páginas del diario (1775/77, 1779/80, 1783. Primera edición: Salzburgo, 1958) y sus manifestaciones biográficas (entre otros a Friedrich von Schlichtegroll, 1792). Aún después de su casamiento (1784) con Johann Baptist Franz von Berchtold zu Sonnenburg (1736-1801), con el que vivió hasta su muerte en el edificio del juzgado de St. Gilgen, siguió atendiendo a su padre. De sus tres hijos sobrevivió sólo el hijo Leopold Alois Pantaleon (1785-1840), que nació en Salzburgo en la "Tanzmeisterhaus" y fue el orgullo de su abuelo.
Gracias a la parte de la herencia que le había asignado el marido pudo ir viviendo en cierto modo pasablemente, habiendo quedado ciega en 1824 pero dando clases de piano a pesar de ello. Nannerl falleció en la casa Barisani (Siegmund Haffner Gasse, 12) y, después de haber modificado su testamento (1823), fue enterrada en la cripta comunal de la iglesia de San Pedro (no en San Sebastián), como había previsto su padre, puesto que ese enterramiento se lo había apropiado ya su cuñada Constanze para su segundo marido Georg Nikolaus Nissen y para Genoveva Weber.
Mozart obsequió a su amada hermana la Sonata en Re mayor K.251 de 1776, el Capricio K.395/300g de 1778, el Preludio y Fuga K.394/383a y presumiblemente el Adagio en Si menor K.540 de 1788.
Nannerl fue una niña prodigio, dio conciertos con tan sólo cinco años y logró cautivar a su público por su maestría frente al clavicémbalo. Una vez nacido Wolfang sus padres decidieron que ella se debía ocupar del hermanito, quien ya demostraba interés por la música. Es a partir de la primera interpretación de Wolfang, delante de su padre y sus amigos músicos, a los tres años, en los cuales empezaba a dominar su arte, que Nannerl quedó para siempre relegada a una segunda posición a pesar de su talento; junto con su hermano (y anunciando siempre que tenían dos años menos de los que realmente tenían, por su padre) dio conciertos para los reyes de Francia e incluso llegó a ir a Inglaterra junto con su familia.
Esta mujer con kilómetros a su espalda, experiencia a raudales y talento sin discusión no sólo interpretaba música, sino que, además, se atrevía a componer. Esto debía hacerlo siempre a escondidas, ya que su padre (el jefe de familia en el más puro sentido de la palabra) no toleraba que nadie sino su preciado Wolfang fuera el que compusiera música o tocara el violín, instrumento considerado poco apto para las manos femeninas. Además, el puesto de la mujer, según la sapiencia de Leopold Mozart, no era el de ser concertista, sino el de ser profesora de música (de alumnas con alto poder adquisitivo) para así pagar los estudios de su adorado hijo, el gran genio de la música.
A raiz de lo comentado, Nannerl se vio relegada a una miserable vida de profesora de música, dando clases de piano a hijas de aristócratas que tenían como se suele decir “una oreja frente a la otra”, y a tener que soportar la soporífera vida de Salzburgo, llena de eventos sociales pensados para desposar a jóvenes de buena familia, para enviar dinero a Wolfang y a su padre, que se encontraban en Italia.
No es de extrañar, por tanto, que Nannerl se sumiera en una profunda depresión y que no saliera de su habitación durante días, que odiara profundamente a su padre y tuviera resentimiento a su hermano (el mismo a quien había amado desde que naciera, y protegido y defendido del estricto padre).
Nannerl pasó de ser una joven tímida, pero llena de vida gracias a la música, a ser una joven cínica, considerada de mal carácter y mucho genio. Para acabar de rematar la jugada, Nannerl decidió que ya no tocaría música nunca más y quemó las partituras que siempre llevaba entre las enaguas.
La relación entre los hermanos pasó a ser de muy intensa a fría desde ese momento y se transformó en gélida por un acontecimiento que causó la huida de Wolfang de Salzburgo y otra profunda depresión de Nannerl.
Cuando ya pensaba que no le quedaba otra cosa que morir surge la esperanza, que le sirve no sólo para despertar sino para volver a la vida. Maria Anna Ignatia se casó en 1784 con un sucesor en el cargo de su abuelo, el juez Johann Baptist Berchtold zu Sonnenburg. Nannerl viene a vivir junto con su esposo ese mismo año a la casa natal de su madre, residiendo en St. Gilgen hasta la muerte de su marido en el año 1801. En un lado de la calle del lugar conmemorativo se encuentra un relieve doble del escultor Jacob Gruber, instaurado en 1906, que representa a la madre de Mozart con su hija Nannerl.
(Fuente: nautrus.blogspot.com, iesmurgi.org)
Amadeus estaba muy unido a su hermana y escribió varias obras en su honor: la Sonata en Re mayor K.251 de 1776, el Capricio K.395/300g de 1778, el Preludio y Fuga K.394/383a y quizás alguna otra.
Se dice, incluso, que el hermano pequeño llegó a interpretar en público alguna de las obras compuestas por su hermana... la cuestión es que él ha pasado a la Historia como uno de los mejores compositores y de su hermana prácticamente no se sabe nada, y éste no es el único caso.
En el libro titulado "Nannerl, la hermana de Mozart", escrito por Rita Charbonnier, que ha sido editado en el año 2006 por la editorial Edhasa, la autora, tras un exhaustivo trabajo de investigación, se atreve a insinuar que quizás Nannerl jugó un papel esencial en la composición de algunas de las obras más famosas de su hermano.
SU HISTORIA
La hermana de Mozart llamada cariñosamente "Nannerl", bautizada en su ciudad natal Salzburgo el 30 de julio de 1751 con los nombres Maria Anna Walburga Ignatia, fue el cuarto de los hijos, la mayor de los supervivientes, del matrimonio Leopold y Anna Maria Mozart. A la hija, con notable talento para el piano y también para la composición, Mozart padre le otorgó la misma educación que a su hijo; la presentó en el gran mundo en idéntica medida que a Amadeus, hasta que, para favorecerle, cedió el paso a su hermano. En 1759 Leopold compila el "Libro de Música de Nannerl", que se convirtió también en libro de estudio del hermano (primera edición: Munich, 1956, editado por Erich Valentin). Sumamente instructivas son tanto las candorosas notas de viaje (1763/66) de la hija Mozart como también las páginas del diario (1775/77, 1779/80, 1783. Primera edición: Salzburgo, 1958) y sus manifestaciones biográficas (entre otros a Friedrich von Schlichtegroll, 1792). Aún después de su casamiento (1784) con Johann Baptist Franz von Berchtold zu Sonnenburg (1736-1801), con el que vivió hasta su muerte en el edificio del juzgado de St. Gilgen, siguió atendiendo a su padre. De sus tres hijos sobrevivió sólo el hijo Leopold Alois Pantaleon (1785-1840), que nació en Salzburgo en la "Tanzmeisterhaus" y fue el orgullo de su abuelo.
Gracias a la parte de la herencia que le había asignado el marido pudo ir viviendo en cierto modo pasablemente, habiendo quedado ciega en 1824 pero dando clases de piano a pesar de ello. Nannerl falleció en la casa Barisani (Siegmund Haffner Gasse, 12) y, después de haber modificado su testamento (1823), fue enterrada en la cripta comunal de la iglesia de San Pedro (no en San Sebastián), como había previsto su padre, puesto que ese enterramiento se lo había apropiado ya su cuñada Constanze para su segundo marido Georg Nikolaus Nissen y para Genoveva Weber.
Mozart obsequió a su amada hermana la Sonata en Re mayor K.251 de 1776, el Capricio K.395/300g de 1778, el Preludio y Fuga K.394/383a y presumiblemente el Adagio en Si menor K.540 de 1788.
Nannerl fue una niña prodigio, dio conciertos con tan sólo cinco años y logró cautivar a su público por su maestría frente al clavicémbalo. Una vez nacido Wolfang sus padres decidieron que ella se debía ocupar del hermanito, quien ya demostraba interés por la música. Es a partir de la primera interpretación de Wolfang, delante de su padre y sus amigos músicos, a los tres años, en los cuales empezaba a dominar su arte, que Nannerl quedó para siempre relegada a una segunda posición a pesar de su talento; junto con su hermano (y anunciando siempre que tenían dos años menos de los que realmente tenían, por su padre) dio conciertos para los reyes de Francia e incluso llegó a ir a Inglaterra junto con su familia.
Esta mujer con kilómetros a su espalda, experiencia a raudales y talento sin discusión no sólo interpretaba música, sino que, además, se atrevía a componer. Esto debía hacerlo siempre a escondidas, ya que su padre (el jefe de familia en el más puro sentido de la palabra) no toleraba que nadie sino su preciado Wolfang fuera el que compusiera música o tocara el violín, instrumento considerado poco apto para las manos femeninas. Además, el puesto de la mujer, según la sapiencia de Leopold Mozart, no era el de ser concertista, sino el de ser profesora de música (de alumnas con alto poder adquisitivo) para así pagar los estudios de su adorado hijo, el gran genio de la música.
A raiz de lo comentado, Nannerl se vio relegada a una miserable vida de profesora de música, dando clases de piano a hijas de aristócratas que tenían como se suele decir “una oreja frente a la otra”, y a tener que soportar la soporífera vida de Salzburgo, llena de eventos sociales pensados para desposar a jóvenes de buena familia, para enviar dinero a Wolfang y a su padre, que se encontraban en Italia.
No es de extrañar, por tanto, que Nannerl se sumiera en una profunda depresión y que no saliera de su habitación durante días, que odiara profundamente a su padre y tuviera resentimiento a su hermano (el mismo a quien había amado desde que naciera, y protegido y defendido del estricto padre).
Nannerl pasó de ser una joven tímida, pero llena de vida gracias a la música, a ser una joven cínica, considerada de mal carácter y mucho genio. Para acabar de rematar la jugada, Nannerl decidió que ya no tocaría música nunca más y quemó las partituras que siempre llevaba entre las enaguas.
La relación entre los hermanos pasó a ser de muy intensa a fría desde ese momento y se transformó en gélida por un acontecimiento que causó la huida de Wolfang de Salzburgo y otra profunda depresión de Nannerl.
Cuando ya pensaba que no le quedaba otra cosa que morir surge la esperanza, que le sirve no sólo para despertar sino para volver a la vida. Maria Anna Ignatia se casó en 1784 con un sucesor en el cargo de su abuelo, el juez Johann Baptist Berchtold zu Sonnenburg. Nannerl viene a vivir junto con su esposo ese mismo año a la casa natal de su madre, residiendo en St. Gilgen hasta la muerte de su marido en el año 1801. En un lado de la calle del lugar conmemorativo se encuentra un relieve doble del escultor Jacob Gruber, instaurado en 1906, que representa a la madre de Mozart con su hija Nannerl.
(Fuente: nautrus.blogspot.com, iesmurgi.org)
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