19 abril 2014

Liuba Kogan - El Comercio: Los dos papás de mi amiguita #UnionCivilYA

Transcrito del Diario El Comercio - 16.04.2014
Publicación original

Por Liuba Kogan
Jefa del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad del Pacífico

Los dos papás de mi amiguita


Es bueno que la propuesta de ley de la unión civil haya convocado tantas pasiones entre sus propulsores y detractores, pues ello nos muestra que estamos –como sociedad– involucrándonos más en temas que tuvimos por muchas décadas silenciados, ocultando el sufrimiento y pesar de quienes fueron maltratados por su identidad sexual de diversas maneras: por el intento de “enderezar” a niños y adolescentes de ambos sexos de modos perversos (revisen el blog “No tengo miedo”); por obligar a los hijos a callar su identidad sexual o incluso empujarlos a contraer matrimonios heterosexuales o a ser exiliados de la familia.

A otro nivel, la población LGTBI sigue siendo objeto de burla en la cultura popular y en los ámbitos institucionales como las escuelas y los centros de trabajo. La ley de la unión civil reclama derechos que no solo beneficiarán a las parejas homosexuales, sino que tendrán –creo yo– efectos positivos respecto a todos en la forma en que entendemos la sexualidad, el matrimonio y las familias. Puede ser ese el catalizador de un cambio significativo en nuestra sociedad y de allí el temor que despierta esta propuesta entre los ultraconservadores.

Entre los miles de comentarios que estallaron en las redes sociales, rescato uno que por simple y directo me impactó: “Deberían quemar a todos esos cabros... Qué mal ejemplo para los niños y adolescentes. Por eso estamos jodidos”. Fíjense cómo en pocas palabras se expresa un odio visceral (origen de los llamados crímenes de odio), se responsabiliza a los homosexuales de los males de la sociedad (se los convierte en “chivos expiatorios”) y se considera que las sexualidades no heterosexuales deben ser invisibles ante los ojos de quienes son vistos como lo más valioso de la sociedad: los niños y los adolescentes.

Los grandes temores que llevan a argumentos en contra de la unión civil (y tal vez de allí el salto a reconocer el matrimonio homosexual) esconden el pavor de saber que el mundo ya no es como se imaginan. La realidad nos muestra que hoy las familias se han ido transformando de modo significativo, al punto de que en algunos países la familia nuclear (padres heterosexuales e hijos) es ya minoritaria. También se ha hecho visible que un porcentaje –discutible pero significativo de la población– es homosexual, bisexual, intersexual o transexual, como siempre sucedió desde los albores de la historia humana.

No se avecina ninguna catástrofe en el Perú, sino una oportunidad para que aprendamos a valorar nuestras diferencias, a apreciar la capacidad de amor entre los diferentes y, por supuesto, una serie de retos sobre cómo educar a nuestros niños para un mundo inclusivo, imaginando nuevas formas de convivencia en un país tremendamente discriminador y excluyente.

Los textos escolares mostrarán diferentes tipos de familias y se hablará en los centros educativos de las diversas orientaciones sexuales, los amiguitos irán a jugar a casa de familias formadas por dos madres o dos padres con naturalidad o visitarán a su tía y su pareja lesbiana: nos daremos cuenta de que los niños y niñas vivirán ese mundo con naturalidad. Somos los adultos los que necesitamos sacudirnos de muchos prejuicios.

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